Aunque ayer hice referencia al tema en mi columna sobre los autobuses, es demasiado bonito como para despacharlo en un sólo párrafo, aunque viniera del incorrupto brazo de Santa Teresa de Jesús y el peligro de las plegarias atendidas.
Me refiero a la petición elevada a sus fieles por el arzobispo de Granada, al alimón con el imán Lahsen El Himer, para que incluyan en sus rezos y oraciones un recordatorio a las lluvias que no llegan, a las precipitaciones que no caen.
«Ante la persistente sequía, el arzobispo de Granada, Javier Martínez, y el imám de la mezquita de Omar en Granada, Lahsen el Himer, de común acuerdo, y en el espíritu de fraternidad que agrada a Dios y que nos recuerda el Papa Francisco, han decidido proponer a sus fieles respectivos, católicos y musulmanes, que eleven a Dios oraciones fervientes e insistentes para pedir del Señor la lluvia, cada cual según su tradición propia».
¿No les parece absolutamente maravilloso? Esto sí es buen reflejo de la Alianza de Civilizaciones. De hecho, sólo ha faltado que se una al ruego alguna autoridad judía para que Granada vuelva a ser capital mundial de las tres culturas.
Quiere la casualidad —o no— que en la web de IDEAL, la noticia inmediatamente inferior a la de la rogativa conjunta rece así: ‘El drástico cambio de tiempo que tendrá lugar la semana que viene en Granada’. Anuncia un súbito desplome de las temperaturas y un notable incremento en las probabilidades de lluvia.
No sé ustedes, pero yo estoy convencido de que por ahí arriba ya están recibiendo las oraciones, fervientes e insistentes. Y han tomado nota. De hecho, es un detalle que esperen unos días antes de mandarnos la ansiada agua, de forma que el milagro operado por los rezos tenga mayor impacto. Luego, si termina por no llover, siempre nos quedará la opción de sacar a alguna virgen en procesión… siempre que el Consistorio no considere tal ocupación de la vía pública como una de las que cuestan demasiado dinero a las arcas municipales y contribuyen a su ruina.
Jesús Lens