¿Te acuerdas del pronóstico maya sobre el fin del mundo, cuando debatíamos dónde nos gustaría estar, llegado el momento?
Pues yo ya lo sé: en el Fusión.
En el garito que Concha y Paco tienen en Salobreña. Y ya puestos a pedir, pediría que nos acompañara Ernesto Aurignac. Y el resto de músicos y de peña que ha conseguido que el Fusión sea el Templo del Jazz de la Costa granadina.
Me di cuenta ello el pasado sábado, bien entrada la madrugada. Estábamos escuchando el penúltimo tema de la noche y parecía que llegaba el final. Y un final, la mayor parte de las veces, resulta molesto, indeseable y con notoria tendencia a sumirte en un cierto estado de tristeza y melancolía.
Quizá fue por eso que Ernesto, acompañado para la ocasión por las frescas y refrescantes teclas del piano de Pascual Morente, las sabias cuerdas del contrabajo del Licenciado Wasylly y las inquietas baquetas de José Luis Polaco; decidió sumergirnos en un largo bucle musical interminable, hipnótico y eterno. Uno de esos momentos en los que, siendo noche cerrada, surge una luz deslumbrante. ¡Es la magia del Jazz entre las Velas!
Los budistas lo llaman Iluminación. ¿Cómo podríamos llamarlo nosotros?
Llevo unos días dándole vueltas. Buen rollo, buenas vibraciones, alta fidelidad… Sí. Pero no terminan de definir el ambiente que se genera en el Fusión.
Magia también me gusta. Porque la hay. Pero tampoco es (solo) eso.
Y entonces me vinieron otros conceptos a la cabeza: seducción. Y atracción.
Más aún: magnetismo.
Sí. Con este concepto me siento más cómodo: magnetismo.
Será por eso que los sábados de Jazz entre las Velas, nos encontramos en el Fusión tantos y tantos rostros. Rostros conocidos, al principio. Rápidamente cómplices. Inmediatamente amigos. Porque el Fusión, reúne, aúna y hermana.
¿No harán referencia esas Velas al trapo de los barcos que, desde diversos puntos, orígenes y procedencias, como si fuéramos náufragos a la deriva, nos permiten recalar y encontrarnos en el Fusión, irremediablemente atraídos por su indudable magnetismo?
No sé.
Dale una vuelta.
Y príngate.
¿Con qué palabra definirías tú al Fusión? ¿reservamos sitio para el día del Fin del Mundo, en una de sus mesas? Trataremos, eso sí, de que El Trasmallo nos haga llegar su célebre atún y el Bahía nos prepare unos espetos…
Si quieres, nos lo contamos en Twitter: @Jesus_Lens
PD.- Un lugar común me obligaría a decir que “las imágenes que acompañan a este texto no le hacen justicia al ambiente que se respira…”. Pero, si algo ha quedado claro, es que no estamos en un lugar común. Y, desde luego, las fotos de Silvina Daniela captan, con toda la fuerza arrebatadora del blanco y negro y la profundidad de su maravilloso color; lo que pasó en el Fusión el pasado sábado.
Y, como decía Concha: si pudiste ir y no fuiste… ¡tú te lo perdiste! Yo que tú no lo volvería a hacer, forastero.