Nunca había cogido uno de los vuelos internacionales operados desde el aeropuerto de Granada y me hacía ilusión viajar al extranjero desde casa, sin tener que desplazarme a Málaga o a Madrid.
Andábamos deshojando la margarita sobre los posibles destinos sin decirnos entre Nantes, la atractiva Nápoles o el Londres pre-Brexit. Y Berlín, por supuesto. Mirando fechas y horarios, el algoritmo nos señaló que, de elegir la capital alemana, un hotel situado en Alexanderplatz estaba de oferta.
Alexanderplatz. La palabra funcionó al modo del cruasán proustiano. Comencé por recordar el tema homónimo del grupo argentino Tanghetto, dedicado a la inmigración. Y, de inmediato, la descomunal serie dirigida en 1980 por R. W. Fassbinder. Entré el Filmin y allí estaba, esperándome. Vimos el primer episodio, tan duro como realista, y lo tuvimos claro: nos íbamos a Berlín.
La pasada semana, en las charlas de Granada Noir por diferentes pueblos de la provincia, hablábamos de ello. De la importancia que el cine, la música, la televisión y la literatura tienen a la hora de conformar un hermoso imaginario en espectadores y lectores. De cómo una película, una canción, un libro o un tebeo te pueden despertar las ganas, el deseo compulsivo, de conocer una ciudad, un país o una comarca determinada. Como muestra, un botón: la brillante exposición de CajaGranada Fundación dedicada a la imagen de Granada en el arte de los últimos 150 años.
No me cansaré de decirlo: Granada tiene un enorme potencial como escenario para todo tipo de historias y narraciones. Y, sobre todo, para acoger la filmación de series y películas. Nuestra provincia puede ofrecer cualquier paisaje que se le ocurra a un diseñador de producción: ciudad moderna, clásica e histórica. Nieve, mar, desiertos, huertas y bosques. Pueblos diminutos y barrios populosos. Cañones y barrancos. ¿Cuándo se retomará la puesta en marcha de una Film Comission que trabaje en este sentido?
Si todo va bien, mientras ustedes leen estas líneas, me estaré tomando una cerveza en el corazón de Berlín. Un viaje que empezó por una oferta, una canción y una serie de televisión.
Jesús Lens