La columna de hoy de IDEAL, en clave crítica y sarcástica. A ver si os gusta. Aunque lo mismo sois de los manitas…
Cuando terminaron de comer, disciplinadamente, los dos viajeros recogieron la mesa, depositaron los restos de su almuerzo en una bandeja y la apilaron cuidadosamente en el receptáculo previsto para ello.
Este comportamiento, que parece altamente civilizado y que debería ser aplaudido y reivindicado, no es sino la quintaesencia de esa plaga de nuestro tiempo que es el “hágalo usted mismo”. Porque la referida estampa no se dio en mitad del campo o en una playa, sino en la cafetería del aeropuerto de Granada.
La cosa tiene bemoles. Llegas con tu maleta y tu bolsa de viaje, haces los equilibrios propios de un funambulista para conseguir transportar en una bandeja el pan, los cubiertos, la bebida y un plato de comida recalentada, sin perder de vista el equipaje, pasas por caja, pagas a precio de Cinco Tenedores y tres estrellas de la Guía Michelín la bazofia que no te comerías ni en la casa de comidas más astrosa del arrabal más barriobajero de cualquier ciudad… y terminas recogiendo tú mismo la mesa en que has malcomido, tras haber sido vilmente sableado, no lo olvidemos, como ocurre en todos los aeropuertos del mundo.
¿A qué punto de idiocia hemos llegado? Hace años, aparecieron los cajeros automáticos de las entidades financieras. Tenían sentido. Prestaban un servicio, al permitirte disponer de efectivo durante las veinticuatro horas del día. Como las máquinas expendedoras de refrescos. O de chicles. O de preservativos. Pero después, todo se desmandó. Y, por ejemplo, empezamos a ver a la gente salir de sus coches para llenar de gasolina sus depósitos y correr hasta la caja para pagar la cuenta, lo mismo en invierno, a cero grados de temperatura, que en verano, pasando de los cuarenta. Llegó el autochecking en los aeropuertos y, por fin, la implantación de IKEA, paradigma del “do it yourself”.
Para los megatorpes, todos estos avances no han sido sin brutales retrocesos, hasta el punto de que pueden llegar a generar ansiedad. Yo no sé si los suecos, por eso de las nieves y las noches perpetuas, se han convertido todos ellos en unos manitas, pero para un servidor, con querencia por las terracitas y la vagancia bajo el sol, montar un mueble o conectar un posmoderno equipo tecnológico, son arcanos indescifrables. Y no debo ser el único, que por ahí existen equipos de profesionales especializados en el montaje a domicilio de los famosos muebles venidos del frío.
¿Hasta dónde llegará esta tendencia? ¿Qué nuevas actividades cotidianas nos veremos obligados a hacer nosotros mismos? ¿Se impondrán las Nespresso en las cafeterías y desaparecerán los camareros? ¿Terminarán las pizarras digitales preprogramadas con los profesores? ¿Se bastarán Google y una agencia de prensa global para tener informado a todo el mundo? De hecho, ¿existirán columnas como ésta en el futuro o, a fin de cuentas, serán innecesarias ya que cada lector podrá escribir él mismo la columna que realmente le gustaría leer en cada momento?
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Comentarios
14 respuestas a «HÁGALO USTED MISMO»
No existirán, Jesús. Ni columnas como ésta, brillante, ni novelas como las mías. Los inútiles, pese a todo, seremos los últimos en desaparecer y lo haremos resistiendo como los personajes del Farenheit de Bradbury. Pero desapareceremos. Y luego, piedra libre: bastará con cargar de palabras a un ordenador o elegirlas al voleo, como quien echa gasolina a su coche, y de allí saldrán los thrillers o la poesía. Que nadie leerá porque todos, hasta los inútiles que saben hacer de todo menos escribir, se creerán autores.
Jesús, recuerdo cuando estuviste en mi ciudad haberte comentado que yo nunca me echo gasolina, no porque no sepa, sino porque ese gesto contribuye a la eliminación de un puesto de trabajo. Personalmente adoro montar mesas o muebles comprados a trozos porque me entretiene.
Tu entrada me reafirma en la postura que ya tenía; aunque yo soy de las que si ve a 2 camareros locos limpiando las mesas vaya y lleve mis trastos a su sitio correspondiente. Claro que yo soy muy contradictoria….
como decía el otro Jesús, ‘Los torpes y las cucarachas heredarán la tierra’.
Pero algo peor: en Madrid, en 95% de las estaciones de metro, ahora no se puede comprar de un ser humano el billete. A veces sí que hay un ser humano que te señala las máquinas pero ninguno vende billetes. O sea, no hace nada de nada ùtil, ya que incluso un británico puede deducir (si no viene de vacaciones en Benidorm) lo que es una máquina expendedora. Eso pasa incluso en la estación del aeropuerto de Barajas. Llega un guiri que no sabe español, y se enfrenta a una fila de máquinas hambrientas, la mayoría con instrucciones sólo en scastellano – y de todos modos no tiene las monedas necesarias, ya que por alguba razón no aceptan yuanes o riyales saudíes.
Es un conmplot para purificar la raza…
En efecto, uno de los trances más jodidos (y yo el año pasado con lo del hombro todavia era peor) es cuando viajas solo y tienes que andar controlándolo todo bajo la paranoia de que me van a levantar el PC y no me voy a dar cuenta.
Y lo de ser manitas… en fin, yo cocino de maravilla pero cuando he comprado algo en Ikea me lo han venido a montar (pagando, claro!).
Buenísimo tu análisis. Besos.
todo va a tener solución. un grupo de empresarios innovadores va a instalar en «los puntos neuralgicos» maquinas expendedoras de mucam@s, ayudant@s y por dos monedas más… de esclav@s. primera materia hay…
el auto-servicio me quita las ganas de echar gasolina y hasta de comer…
el domingo pasado comi a mesa, mantel y camarero… que placer coxones !!!
Me alegro de que estéis de acuerdo, porque puede parecer un tema espinoso, pero es que además de la incomodidad y la pérdida de tiempo que conlleva para los usuarios, es una clara pérdida de puestos de trabajo para miles de personas.
Guillermo, nos queda la resistencia de la que habla Steve: convertirnos en cucarachas
Ademas de ahorrarse empleados todos esos sistemas sirven para expulsarte del lugar en forma rapida.
Personalmente tengo un problema sexual con el autoservicio. ¡ Me da por las Pe…as. Chau.
Mmmm… No estoy totalmente de acuerdo… ¿Incomodidad? ¿Pérdida de tiempo y de puestos de trabajo? Depende del contexto, del escenario, son diferentes tipos de negocio, orientados a diferentes necesidades, hebitual en esta era de consumo y de análisis de mercado, y hay locales para todos los gustos (quizá no tanto en los aeropuertos…)
Pongámonos en el otro extremo: ¿acaso no os ha ocurrido lo siguiente?: váis a un bar/restaurante, os sentáis, la mesa está sucia, aún sin recoger, esperáis, os hacen caso a los 20 minutos, limpian la mesa rápidamente, os llenan las piernas de migas, pedís las bebidas, esperáis, traen las bebidas, se van, esperáis, llamáis, no os hacen caso, esperáis, pedís comida, esperáis, esperáis, impacientes os acercáis a la barra y os traéis una ración para calmar el hambre (este paso puede equivaler a un porcentaje de autoservicio)… Y finalmente pasáis unas bochornosas tres horas en comer algo mediocre con una atención pésima. Y alguien suelta «si hubiéramos ido al Burger King…» porque en ese tipo de sitios esto no pasa, ideales para ir con prisas.
En los locales de bandejita y autoservicio, efectivamente prima la rapidez. Me encanta ir de vez en cuando al McDonalds, superado el prejuicio de que es comida basura, que no lo es, otra cosa es que sea tu única dieta, como ir todos los días de chuletón. Y hay gente que recoge y gente que no, cada cual hace lo que quiere, es un gesto, que no una obligación.
Con lo que sí coincido es con el morro que le echan en los aeropuertos: precios abusivos y mínimo personal. En gasolineras sencillamente aprecio el autoservicio, me resulta más eficaz y cómodo.
al leer el título… zas… Ikea in my mind y ¿quién no ha tenido alguna pesadilla con esos tornillos zuekardendl o tuercas hienmonder…? uf, horror….
Cierto que son puestos de trabajo… y a esos amigos comentaristas en el blog del Lens… la teoría de mi amigo Sánchez: no catalogar domésticamente las basuras: elimina puestos de trabajo…. desagradables… pero puestos de trabajo al fin y al cabo… ahí queda eso… ya me diréis….
Jacho, a ese sitio no vuelves y punto. Pero al aeropuerto… por narices. Y los Burger King son lo que son. No te intentan engañar.
IKEA = Pesadillas. ¿Sí o sí?
Silviña, el límite es difuso. En el cine, ¿tiras las palomitas sobrantes y que se fastidie el siguiente espectador o bajas los desperdicios a los contenedores?
En 1993 George Ritzer, un sociólogo bastante ducho en esto de inventarse etiquetas llamativas, escribió un libro titulado «La McDonalización de la sociedad», que viene a tratar de todo esto (la McDonalización supondría una vuelta de tuerca al proceso de racionalización sobre el que hablaba Max Weber; como ya habéis dicho, la idea es maximizar el rendimiento económico de la maquinaria agilizando el flujo de usuarios, que adquieren responsabilidad activa en su funcionamiento).
Por cierto, una de las últimas etiquetas comerciales de Ritzer es la «globalización de la nada». Oh, la tortuosa McDonalización de la sociología…
Alex, anda que no tiene razón. Y el caso es que en las escuelas de negocios, el ahorro de costes y la optimización de beneficios son las asignaturas estrella. ¿A costa de quién / quiénes?
Los aeropuertos, esos lugares tana poco acogedores, yo, en mi último viaje, me preparé unos buenos bocadillos de jamón serrano y no veas lo buenos que estaban. Mi peque, se tomó lo mismo y no dejó nada de nada.
Pero vamos, que, entre la comida basura de los aeropuertos, el precio de los billetes y la inexistente atención a los usuarios, si se puede, es mejor evitar viajar en avión.