Mucho estaba tardando en darse este maridaje. Que la inteligencia artificial lo va a cambiar todo ya lo sabemos. Nos lo han contado por activa, pasiva y perifrástica. ¿Pero cómo lo va a hacer? Ahí están el reto, la incógnita y el desafío. ¿Cómo piensa usted que afectará a las investigaciones policiales, por ejemplo? El cine negro especulativo ya nos mostró a Robocop, años y años ha. ¿Se acuerdan? De hecho, por Internet rulan los videos de los robots de Boston Dynamics haciendo auténticas locuras. ¿Será ese el futuro de la policía?
El posible. Pero lo que plantea la escritora Jo Callaghan en la anticipatoria y visionaria novela ‘En un abrir y cerrar de ojos’, publicada por RBA, me parece mucho más probable. Al menos, a corto plazo.
A Kat Frank, una policía veterana que lleva tiempo de baja tras pasar por un episodio traumático, le hacen un planteamiento singular a la hora de reincorporarse a su trabajo: que colabore con un DAIA (Dispositivo Analítico de Inteligencia Artificial) para ponerlo a prueba y comprobar si puede resultar útil en el trabajo diario de los agentes de campo. Le asignan algunos expedientes sobre personas desaparecidas que están en el fichero de ‘Sin resolver’, de forma que si el chisme la caga, no sea del todo grave.
Los jefazos, lo que de verdad quieren, es demostrar que la IA no sirve para nada. Al menos, acompañando en el día a día los polis de a pie. Su objetivo es que una veterana como Kat, acostumbrada a hacerle caso a sus instintos, demuestre que el factor humano sigue siendo imprescindible, de principio a fin, en una investigación policial.
¿Qué aspecto presenta el mencionado DAIA? Sus programadores han determinado que sea un holograma muy realista con la imagen de un varón de color. ¿Por qué? No se lo cuento. De momento. Pero no es casual. ¿O sí? El caso es que la relación de Kat con Lock, que así han bautizado a la IA, no será fácil ya desde el mismo comienzo de una novela que se abre con la siguiente cita: “El quid no es si las máquinas piensan, sino si lo hacen los hombres. El misterio que rodea a una máquina pensante también rodea a un hombre pensante”.
Kat lo tiene claro. Cuando le plantean que una inteligencia artificial analice interrogatorios, pruebas, grabaciones de circuito cerrado, teléfonos y “lo que sea”, lo que permitiría a la policía obtener un ahorro significativo de tiempo y dinero; responde lo mismo que, posiblemente, responderíamos la mayoría: “eso es una memez. Quizá las unidades de inteligencia artificial sean útiles para recoger datos, pero no pueden razonar, no pueden hacer de investigadores. Los crímenes son actos humanos. ¿Cómo va a entender un ordenador las motivaciones de una persona que desaparece, o lo que pueda haber dejado atrás. Por Dios”.
¿Cómo lo ve usted? A mí me parece un punto de partida apasionante. Tanto, que le he recomendado la lectura de ‘En un abrir y cerrar de ojos’ a mi querido y admirado Paco Herrera, catedrático de la UGR en Inteligencia Artificial. Porque el desarrollo de la novela y la dialéctica entre mujer y máquina es apasionante, ya se lo avanzo. La investigación de unas desapariciones pondrá a prueba los prejuicios y a prioris tanto de los policías de a pie y de los jefes como de los ingenieros y programadores informáticos.
Lean ‘En un abrir y cerrar de ojos’. Ahora mismo no hay novela negra más rabiosamente contemporánea. Su autora, Jo Callaghan, trabaja como estratega, realizando investigaciones sobre el futuro de la IA y la genómica en el mundo laboral, por lo que sabe bien de lo que escribe.
Jesús Lens