Guapa esa escultura autorretrato de Jan Fabre, ¿eh?
Bueno, quizá guapa no sea la expresión apropiada. El caso es que la semana que viene llegan las radicales performances del artista.
«Hacer que mi cuerpo sea vulnerable y verdadero. La verdad sólo se encuentra en situaciones extremas, tanto psicológicas como biológicas».
El cuerpo y la mente contra las cuerdas.
Como hace cuatro años, cuando realizó en el Palais de Tokio de París una performance con Marina Abramovic, otra artista que usa su cuerpo como materia prima de sus acciones. Los dos se enfrentaron durante cuatro horas en una cápsula de vidrio en la que, primero protegidos por una armadura de metal diseñada por Fabre y luego desnudos, practicaron el culto al sacrificio y al perdón, hiriéndose mutuamente con armas de metal y comunicándose con el público mediante mensajes escritos con su propia sangre.
«Para mí, una performance es una perforación en mí mismo en la que me hago preguntas y aterrorizo mi mente y mi alma de forma poética», indica.
¿Qué opinan? ¿Un visionario o un chalado?
Más información, en El País: Un inquietante y temible servidor de la belleza.
Jesús Lens.