Aunque se defendieron bravamente, con escamas y espinas, al final, terminaron por claudicar, ceder… y morir.
Pero con dignidad. Y nobleza.
Y juntos.
Juntos hasta la muerte.
Una vez desposeídos de su sabrosa carne blanca, quedan sus rostros, mirándose. En la eternidad.
Ya sabes, vive deprisa, muere joven y harás un bonito cadáver.
Descansen en paz.
Pargos.
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