Qué importante es, jugando mal, ganar. Lo hizo España ayer, contra Italia, en el Mundial de Baloncesto. Era un partido esencial para el desarrollo del torneo y no empezó bien. Nada bien. Ricky Rubio y Marc Gasol, los jugadores más desequilibrantes del equipo, no daban una y perdían balones con la misma facilidad con que la izquierda pierde ocasiones de coaligarse para gobernar.
La cosa se enderezó algo al borde del descanso y, en el último cuarto, volvimos a hacerlo de pena, si me permiten el uso de esa primera persona del plural que nos identifica con el equipo de nuestros amores. Entonces aparecieron ellos, Ricky y Marc; Marc y Ricky. Tiraron de oficio, forzaron buenas faltas, metieron tiros libres y, por fin, el menor de los Gasol anotó su primera —y esencial— canasta… justo al final del partido.
España no está dando buenas sensaciones en este Mundial. Jugando contra rivales notoriamente inferiores, se ha complicado la vida en varios partidos. Sin embargo, está invicta, ya clasificada para cuartos de final.
Lo ideal, por supuesto, es ganar jugando bien. Hay quienes prefieren, incluso, jugar bien aunque luego se pierda. El famoso ‘jugar como nunca para perder como siempre’. La Selección Española de básket, sin embargo, nos ha acostumbrado a ganar. A conseguir medallas hasta en las situaciones menos favorables. A estar arriba. El carácter que ha forjado este equipo le convierte en sempiterno ganador, aun en las peores circunstancias.
Me gusta esta España. Dura, rocosa, voluntariosa. Echo de menos el talento innato y la sabiduría a espuertas de Pau Gasol y la Bomba Navarro. La garra de Felipe Reyes, la magia del Chacho, la solvencia de Calderón y el músculo de Ibaka. Pero ahí seguimos. Sacando adelante los partidos, aunque de forma menos vistosa que antes.
Una España que se apoya en sus últimos y exitosos diez años de trayectoria para impulsarse hacia el futuro y reinventarse, una y otra vez. Una España que siempre mira hacia delante, integrando a los jóvenes debutantes. Una España cohesionada, fuerte y esforzada; unida y comprometida. Una buena España.
Jesús Lens