Ayer me desperté con molestias en la garganta, mareado, con flojera y escalofríos. Tenía fiebre y no había pegado ojo, con el viento salvaje golpeándolo todo. Me encontraba hecho un guiñapo, sin cuerpo para nada.
Entonces me acordé de que aquello no era posible. No podía estar pasando. No podía encontrarme mal… ¡por que ya era autónomo! En ese momento se me vinieron a la cabeza las citas y reuniones que tenía esa mañana, los compromisos, los artículos por escribir, los mails por contestar y las llamadas por hacer.
Me aclaré la garganta, tragué y comprobé que, milagrosamente, ya no me dolía. La cabeza volvía a estar en su sitio, la temperatura corporal había bajado, los escalofríos habían cesado y me levanté de un salto de la cama, fresco como una lechuga.
Hice unas flexiones de brazos, di unos enérgicos saltos, hice varias series de sentadillas, dominadas y abdominales y, tras unos concienzudos estiramientos, me duché con agua fría. Tomé café, mucho café, mientras leía la prensa, y a la calle, que tenía que proveer.
Después de toda una vida cobrando una nómina, se me hace extraño esto de estar a la intemperie, ahí fuera, como los polis de Hill Street. Ojo: es bonito e ilusionante, no se lo voy a negar, pero duro y complicado.
Eso sí: lo alucinante de verdad es el apoyo, la ayuda y el acompañamiento que he encontrado en las diferentes instancias administrativas con las que me he ido relacionando a lo largo de estas semanas, del SEPE al CADE.
En el servicio de empleo, además de atenderme con una puntualidad prusiana y con un trato exquisito, me pusieron los pies en la tierra, que llegué cargado de fantasías y leyendas urbanas sobre el emprendimiento. Ni internet ni conversaciones de barra de bar: quienes saben, son los funcionarios.
Y después, en el Centro de Emprendimiento de la Junta de Andalucía, lo mismo: máxima colaboración, precisos -y preciosos- consejos y todas las facilidades para convertirme en autónomo.
No se lo van a creer, pero me gusta esta sensación. Como si todo estuviera por hacer. Semanas vertiginosas en las que mi vida ha dado un giro de 180 grados, atisbando un futuro repleto de ideas, proyectos y posibilidades. No sé cómo terminará esta aventura, pero aburrida no es. Gracias a todos los que están ahí, apoyando. ¡Seguimos!
Jesús Lens