Vaya por delante una confesión que tampoco sorprenderá a nadie: los libros con libro, me arrebatan.
Es lógico, ¿verdad?
El caso es que una novela en la que aparezca un libro misterioso, perdido, extraño o desconocido y que forme parte importante de la trama, ya tiene mucho camino ganado para conquistarme.
Este año, entre las adquisiciones de la ya lejana Semana Negra 2012, figuraba “La senda trazada”, de Pedro de Paz, un autor que además es músico.
“El camino es largo y duro, compañero –musitó-, por más que, al final del trayecto, todos acabemos en el mismo lugar. Todos tenemos la senda trazada y te aseguro que no nos queda más remedio que seguir sus pasos, nos guste o no”.
Me encantó esta frase, de uno de los primeros capítulos de “La senda trazada”, cuando Alfonso Heredia, un fotógrafo de prensa en horas bajas, acababa de adquirir un extraño libro, antiguo, manuscrito con caracteres góticos en una librería de viejo del Madrid de toda la vida.
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