Así tituló Nativel Preciado la conferencia que impartió en el marco de los Premios Literarios Jaén de CAJAGRANADA, entregados anoche. La suerte de leer. ¡Me encantó su intervención! Sincera, honesta y con una gran carga de emoción, pero sin caer en lo sensiblero o lo cursi en ningún momento. Y de ello hablo en IDEAL.
Para quienes amamos los libros casi por encima de cualquier otra cosa, los elogios de la lectura, cuando son buenos, suponen un fuerte estímulo. Por eso me gustó tanto cómo Nativel Preciado comenzó su intervención, destacando la importancia del azar en su vida, agradeciendo la suerte de haber nacido en un país privilegiado y de contar con unos padres y unos profesores que le brindaron una estupenda educación. ¡Con cuánta facilidad olvidamos esos aspectos cruciales de nuestra existencia! Y qué bien hizo Nativel en recordarlos.
También me gustó su definición de cultura, al definir a una persona culta como aquella que sabe dar sentido a su vida y relacionarse con el mundo de la mejor manera posible. Cultura como estímulo intelectual para mejorar y acicate para ser más libres y disfrutar de las inmensas posibilidades que tenemos a nuestro alcance, pero jamás para presumir de refinamiento ante los demás o para hacerles de menos.
Y, a continuación, el elogio de la libertad, asociada a la lectura. Y una cita muy pertinente de Daniel Pennac: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”. Si algo me gusta en la vida es la anarquía a la hora de elegir los libros que leo, la música que escucho o las películas que veo. Por eso les tengo tanta manía a los algoritmos que me sugieren lecturas, discos o películas. De ahí, también, que siempre fuera díscolo y olvidadizo con los deberes lectores impuestos por los planes de estudio.
Y es que a mí, en cuanto me dicen lo que tengo que hacer, pierdo el interés. Enormemente. Por eso coincidí con Nativel Preciado, también, cuando dijo estar profundamente agradecida a todas las personas que le han dado pocas órdenes y muchos ánimos en su vida, permitiéndole ser libre, pero obligándola a ser plenamente lo que es.
“Ojalá nadie trate de imponernos sus costumbres, ni sus reglas de pensamiento y evite decirnos qué libros nos conviene leer, qué música es mejor escuchar o de qué manera debemos vestirnos”. ¡Chapeau!
Jesús Lens