Cuando Mariano Rajoy todavía está siendo examinado por las Cortes, yo ya estoy pensando en las siguientes elecciones. No en las próximas, las de final de año, sino en las siguientes, las de mitad de 2017. En las Cuartas, o sea. Y de ello hablo en mi columna de IDEAL de hoy.
Me hacen ilusión, lo reconozco. Las Terceras no. Les tengo ganas a las que presumiblemente llegarán allá por la primavera-verano del próximo año, dando por sentado que, a esas harturas, digo alturas, Mariano y Pedro estarán ya retirados, viendo los sufragios desde la barrera.
Pablo y Albert, no. Que sus partidos son muy personalistas y solo se sostienen sobre la omnipresencia de sus líderes. Pero PP y PSOE, tras el bochorno de estos meses, no tendrán más remedio que cambiar de candidatos. ¿Quiénes concurrirán a las Cuartas? ¿Soraya vs. Susana? ¿Algún Barón rampante que esté calladito, tapado y mirando hacia otro lado?
El gran problema de este bucle electoral sin fin es que, a los columnistas, se nos terminan las metáforas y los referentes. Utilizar lo del Día de la Marmota, por ejemplo, está ya más pasado que el Pactómetro de Ferreras. Por eso, casi mejor pensar en las Cuartas, con tiempo y distancia, dando por amortizadas tanto ésta como la próxima legislatura.
¿Se imaginan lo que sería tener que asistir a otro debate entre los mismos candidatos de siempre? ¿Y hacer como que nos interesan las negociaciones de Ciudadanos para un nuevo pacto de investidura? ¿Y, llegado el caso, comparar el contenido de ese nuevo pacto con el de los anteriores, tan inútiles como estériles?
No. Mejor dejar pasar las próximas elecciones (al final, como no las haya el 25 de diciembre, las echaremos de menos y el Día de Navidad resultará especialmente soso, aburrido y plomizo) despreocupándonos de los cabeza de lista, las encuestas, la campaña y los índices de participación.
De hecho, dado que el PIB sube, los turistas siguen viniendo, los tipos de interés están congelados y el IPC vegeta sin sobresaltos; si Rajoy y Sánchez vuelven a fracasar, ¿qué tal si suspenden la próxima convocatoria y vamos directamente a unas Cuartas Elecciones Generales? No solo por el ahorro económico, sino también por la salud mental de unos ciudadanos que no nos merecemos lo que está pasando. ¿O sí? ¿Y si resulta que no estamos siendo capaces de transmitir la indignación que este paripé nos provoca?
Jesús Lens