Por cierto, ¿nos hemos parado alguna vez a analizar la enorme cantidad de transacciones económicas necesarias para conseguir algo tan aparentemente sencillo como tomarse una taza de café? Tim Harford, en “El economista camuflado”, habla precisamente de esa economía de las pequeñas cosas que nos rodea, que tanto nos afecta y a la que, muchas veces, tan poca atención prestamos.
El libro, publicado en la colección Tiempos de Hoy, de la editorial Planeta, lleva muchos meses situado en la lista de los más vendidos, habiendo constituido un éxito sin precedentes en lo que a literatura económica se trata, al haber conseguido aunar la rigurosidad científica con un estilo ágil y dinámico y, sobre todo, al haber puesto el acento en situaciones comunes, de todos los días, fácilmente identificables por el lector.
Para hablar de las asimetrías de la información, un tema que reportó el Nóbel de Economía de 2001 a Akerlof, Spence y Stiglitz, el autor toma como ejemplos la venta de coches de segunda mano y los seguros médicos. Para hablar de cargas impositivas, Harford pone como ejemplo el tráfico, analiza los precios y tácticas de los supermercados a la hora de plantear sus técnicas de ventas, además de explicar, paso a paso, cómo se diseñó la que terminaría siendo la subasta más cara de la historia.
El propio Harford acaba de publicar, en la misma editorial Planeta, “La lógica oculta de la vida”, subtitulado de una forma radicalmente contundente: “Cómo la economía explica todas nuestras decisiones”. Siguiendo el mismo estilo de “El economista camuflado” y haciendo referencia a otros de los autores citados en estas líneas, Harford apela a la racionalidad del ser humano hasta en la toma de decisiones más supuestamente pasionales y emocionales, incluyendo las relaciones amorosas o la comisión de un crimen.
Así, si un refresco de cola sube de precio, las ventas de su más directo competidor subirán en adecuada proporción. Pero esta premisa, que tan lógica es desde un punto de vista financiero, también es válida para otras muchas situaciones de nuestra vida como, por ejemplo, si es mejor comprarse un televisor de plasma antes de la Eurocopa o esperarse al final de las Olimpíadas de Pekín, cuando supuestamente bajarán de precio.
En un sentido muy parecido, e igualmente con un gran sentido del humor y de la lógica, Tyler Cowen nos hace una de esas ofertas que resultan tan difíciles de rechazar: “Descubre al economista que llevas dentro”, editado por Planeta y que se basa en el concepto de los incentivos, de cara a su utilización en facetas corrientes y habituales de nuestra vida, desde el amor y las relaciones de pareja a las reuniones de trabajo e, incluso, para conseguir que el dentista no te haga daño mientras te aplica el torno a las muelas.
Cowen, cuyo blog económico http://www.marginalrevolution.com/ es uno de los más visitados y seguidos del mundo, parte de una tesis muy concreta: no todo se puede comprar con dinero. En muchas de las facetas de nuestra vida, el dinero ocupa un lugar secundario y, por tanto, para influir en las personas, es necesario utilizar estímulos e incentivos que vayan más allá de lo meramente monetario. Un libro altamente interesante repleto de referencias a películas, webs, discos, libros y blogs que hacen de “Descubre al economista que llevas dentro” uno de esos títulos globales de largo y hondo alcance.
La economía, como vemos, no tiene porque ser una disciplina árida y abstrusa y los libros económicos no tienen porque ser ajenos a la realidad que nos rodea. Rifkin, Lewitt, Cowen y Harford así lo demuestran. Libros rigurosos, serios e ilustrativos cuya lectura, sin embargo, resulta divertida, agradable y muy esclarecedora. Con libros así, aprender de economía es un auténtico placer.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.