Mi artículo de hoy en IDEAL, celebrando una muy especial celebración de las fiestas populares del Zaidín.
¡Qué gran iniciativa la del servicio de bibliotecas de Granada, con la complicidad y el apoyo de la Asociación de Vecinos del Zaidín, de incluir en el programa de fiestas del barrio un más que merecido homenaje a un personaje literario: Matías Verdón, popularmente conocido como el Detective del Zaidín!
Todo comenzó cuando el Club de Lectura de la Biblioteca Francisco Ayala eligió una de las novelas de Alfonso Salazar para trabajar sobre ella. Pasado el verano y con la llegada de las fiestas del barrio, varias decenas de lectores nos reunimos con el autor, un lunes por la tarde, en la propia Biblioteca, para compartir cerca de dos horas de intensa y amena conversación a través de la que conocimos, más en profundidad, todo lo referente a una saga literaria cuyo ciclo de cuatro novelas ya está íntegramente publicado, la primera de las cuáles «Melodía de arrabal» acabamos de reeditar en digital, en la Colección Nube Negra de la editorial Palabaristas y puedes comprar AQUÍ, desde 1 euro.
Daba gusto participar en una tertulia literaria en la que los asistentes mostraban lo mucho que habían disfrutado con una lectura especialmente próxima y cercana, por lo que la charla fue oscilando entre lo novelístico y lo real, entre la memoria del barrio y los recuerdos de los vecinos, entre la recreación hecha por Salazar en las páginas de sus novelas y la transformación urbanística realizada a golpe de PGOU.
La segunda parte de este reconocimiento vecinal resultó igualmente grato y encantador, con medio centenar de personas, guiadas por Salazar, pateando las calles del Zaidín, el sábado por la mañana. Esas calles en las que Verdón, el Desastres y el Planchet han vivido decenas de aventuras y desventuras, encuentros y desencuentros, alegrías y penas.
Con paradas en el Nuevo Los Cármenes o en las calles de Santa Adela, una imponente tormenta nos sorprendió felizmente resguardados bajo la pérgola de Las Columnas, en plena Avenida de Dílar. Durante la ruta, en la que Salazar leía fragmentos de sus novelas, el autor también rememoraba un Zaidín literario y un Zaidín histórico que nunca volverá a ser. Un Zaidín con cines y teatros. Un Zaidín pegado a la vega, en el que las casillas bajas lindaban con vaquerías, ventas y merenderos. Un Zaidín que contaba con veladas pugilísticas y fútbol disputado en campos de tierra. Un Zaidín sin asfaltar y apenas iluminado que acogió a centenares de vecinos de Haza Grande o el Sacromonte, afectados por aquellas inundaciones de 1962 que tanto alteraron la fisionomía de los barrios periféricos de Granada.
Con los cambios, la modernidad y el transcurrir del tiempo, el Zaidín salió perdiendo en algunas cosas y ganando en muchas otras. Pero lo más importante es que sigue siendo un barrio vivo, activo, combativo y real. Un barrio con alma del que sus vecinos nos sentimos orgullosos.
Vecinos, por cierto, a los que nos hubiera hecho ilusión encontrar en este recorrido memorístico-literario a esos políticos que, durante las fiestas, no faltan a las entregas de premios ni se despegan de las barras de las casetas, copa en mano. Pero tampoco es cuestión de pedir imposibles, ¿verdad?
Jesús Lens