El martes por la noche volvía al Zaidín presa de un ataque de viejuna realidad. El trayecto entre la casa de mi hermano y la mía fue un auténtico y restrospectivo viaje en el tiempo.
Miraba la hora en el móvil y me desesperaba frente al semáforo, esperando a que se pusiera verde. Iba tarde. Calculaba lo que me quedaba para llegar a casa, ducharme y preparar algo de cena antes de que dieran las 22.40. Porque a esa hora exacta tenía una cita inexcusable e impostergable. Una cita con el televisor para ver el episodio semanal de ‘El Ministerio del Tiempo’. Televisor. ¿No suena viejuno, a televisión gorda y culona, de las de antaño?
Caminaba por las calles semidesiertas y me sentí transportado a los jueves de la primavera de 1990, cuando todo el mundo se encerraba voluntariamente en casa para ver ‘Twin Peaks’ y tratar de descubrir quién mató a Laura Palmer.
‘El Ministerio del Tiempo’ ha conseguido lo más difícil en estos tiempos de streaming, televisión a la carta, algoritmos y plataformas de distribución: que el estreno de cada uno de sus episodios sea un acontecimiento en sí mismo, acaparando la mitad de los trending topics del momento y generando conversación y emoción compartida por telespectadores e internautas.
El episodio del martes, con la vuelta de Federico García Lorca a la serie, convertido en el imprescindible recuperador de la memoria perdida de Julián, me arrancó las lágrimas y me conmovió hasta el tuétano. Federico volvía a Granada, en 1979. Fue a una zambra del Sacromonte y se encontró con Camarón de la Isla cantando ‘La leyenda del tiempo’, basada en uno de sus poemas. En concreto, el que abre el tercer acto de su obra ‘Así que pasen cinco años’.
“Ese es mi poema”, exclama Lorca, estupefacto y maravillado. “Tanto tiempo después, ¡España se acuerda de mí! Entonces… ¡he ganado yo, ellos no!” Y sonríe. Amplia y generosamente.
Nada más terminar el episodio, los responsables de las redes sociales de ‘El Ministerio del Tiempo’ lanzaban esos 2,40 minutos al ciberespacio y, en unos instantes estaban viralizados, con miles y miles de internautas viéndolos en bucle, una y otra vez.
El final de ‘Perdidos’, el gol de Iniesta, el desenlace de ‘Juego de Tronos’, el último lanzamiento de Jordan contra Utah, Lorca en ‘El Ministerio del Tiempo’… instantes compartidos por millones de personas en un mismo tiempo y en lugares completamente diferentes. La globalización también era esto.
Jesús Lens