Estoy contento. He descubierto que, sin rubor alguno, podría sentarme a la mesa del Consejo de Seguridad Nacional. Lo digo en serio. No es ninguna baladronada. Tengo pruebas empíricas: una servilleta de papel.
El jueves, al leer que el mencionado CSN ignoró en su reunión del 4 de marzo el riesgo de pandemia, me puse estupendo —además de ponerme la mascarilla— y me bajé al bar a hacer mi lista de riesgos para la seguridad de España, a corto y medio plazo.
Y lo clavé: móviles y ordenadores como armas de destrucción masiva, un calor o un frío de pelotas, Villarejos varios, un PIB tambaleante, colosos (financieros) en llamas, millones de personas vagando por el mundo en busca de una vida mejor… Y el bicho, claro. Aunque ahora es fácil poner a los virus coronados en lo alto del Top-5 de amenazas contra nuestra estabilidad.
La cosa es que el informe del Consejo de Seguridad Nacional aprobado el 4 de marzo en el que se consideraba improbable una alerta sanitaria venía cocinándose desde hacía meses y se basaba en una encuesta de 230 expertos de la Administración pública, de la Universidad y de empresas privadas. Un informe que contaba con el análisis de otros memorandos de organismos internacionales.
Mola mazo saber que, con una cerveza, una tapa de morcilla, un boli y una servilleta; te podrías codear con eminencias y luminarias del mundo mundial. Que la cagarías exactamente igual que la ha cagado el nutrido panel de expertos en Seguridad Nacional.
Todo este largo circunloquio para llegar al quid de esta columna: los expertos. ¿No sienten ustedes un nosequé cuando leen una noticia que comienza con ‘Los expertos avisan…”? Al leer que los expertos advierten, amenazan, reconvienen o recomiendan, yo me levanto, me cuadro y me pongo firme. ¡Son los expertos, oiga!
A veces, sin embargo, me pregunto por quiénes son. Me gustaría conocer sus nombres, sus méritos, su currículum, su grado de formación continua y de reciclaje intelectual.
Entiéndaseme bien: creo en la ciencia y en el método científico a pies juntillas. Pero el uso de ‘los expertos’ como sujeto indeterminado, plural y recurrente; me genera dudas. Sobre todo porque nunca se oye hablar de los ex expertos.
Igual que tenemos ex presidentes, ex deportistas y ex parejas; deberíamos tener ex expertos. Expertos que admitan haber metido la pata y no tengan empacho en declararse ex expertos. Al menos, hasta que hagan un par de cursillos de reciclaje.
Jesús Lens