Vaya por delante que ‘Rotos’, lo más reciente de Don Winslow, no llega a las 500 páginas, lo que para su legión de fieles lectores resultará extraño. Pero lo auténticamente singular del libro que esta semana publica Harper Collins Ibérica es que está conformado por seis historias diferentes, seis nouvelles independientes… que guardan relación entre sí.
Así explica el propio Winslow el porqué de ‘Rotos’: “El gran dilema en la vida de un escritor no es que haya pocas historias que contar, sino que hay demasiadas. Durante la mayor parte de mi carrera he sido una especie de corredor de maratones literarios, escribiendo libros largos y épicos que abarcaban continentes y décadas, libros que necesitan muchos años para ser escritos. Han sido gratificantes y estoy orgulloso de haberlos escrito, pero esto hizo que otras ideas quedarán postergadas, historias que a lo mejor no son épicas pero sí son atractivos relatos con personajes intrigantes concentrados tanto en el espacio como en el tiempo. Estas ideas no me dejaban en paz. De aquí surge ‘Rotos’”.
Seis historias cortas, unas más que otras, en las que Winslow trata algunos de sus temas más queridos. Y sufridos. Obsesiones, dirían algunos: corrupción, traición, crimen, lealtad, venganza, justicia, redención, amistad, drogas, libertad, muerte… (Lean esta entrevista que le hice a Winslow hace unos meses o las reseñas de ‘El poder del perro’, ‘El cártel‘ y ‘La frontera’
Me ha pasado algo curioso con ‘Rotos’: me han gustado todas las historias por igual. Y eso que son muy diferentes entre sí. Es algo extraño en el mundo de las distancias cortas y los relatos, que suelen ser desiguales. Será porque en este caso, desde la primera página hasta la última, el lector sabe que se encuentra en ‘Territorio Winslow’, con su fraseado corto, intenso y contundente, como los disparos de un Kalashnikov.
La primera nouvelle, la que da título al libro, nos cuenta la historia de los McNabb, una saga de policías de Nueva Orleans para quienes el cumplimiento de la ley y la administración de justicia no siguen caminos necesariamente paralelos. El enfrentamiento entre enconados archienemigos y la brutalidad de las venganzas harán que los enamorados de ‘El poder del perro’ se sientan en su salsa. La cita con la que se abre la narración, de Hemingway, ya nos da una pista de por donde van a ir los tiros: “El mundo nos rompe a todos y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas”.
‘Código 101’ cambia de registro y nos transporta a un universo mítico, a caballo entre lo literario y lo cinematográfico, protagonizado por un ladrón de guante blanco trazado con los rasgos, los ademanes y la personalidad de Steve McQueen. Nos movemos en los entornos costeros de San Diego y alrededores, con casas en las que se escucha el rumor del océano y coches molones que circulan por autopistas con vistas. Y ojo a su perseguidor, uno de esos polis tan de Winslow que también aparece en el siguiente cuento, dedicado a otro clásico del Noir: Elmore Leonard.
‘El zoo de San Diego’ es el más singular de estos cuentos, el que más se aleja de los registros habituales de Winslow. Comienza con un descacharrante episodio de humor surrealista en el que un mono escapado del zoo porta una pistola. A partir de ahí, el protagonista inicia una singular investigación que le enfrentará tanto a los delincuentes como a algunos de sus ¿compañeros? Pero siempre en un tono amable y desenfadado.
‘Ocaso’ es un cuento elegíaco de viejas amistades enemistadas por mor de las circunstancias. ‘Kill your idols’ era el nombre de una famosa banda punk neoyorkina. En este caso, los protagonista son una leyenda del surf con problemas varios y su viejo amigo, un veterano cazarrecompensas encargado de echarle el guante.
El surf también desempeña un papel esencial en ‘Paraíso’, el quinto relato que conforma ‘Rotos’ y que conecta con el universo de otro título de Winslow: ‘Salvajes’. Los protagonistas son los mismos, pero no hay que haber leído la novela para disfrutar de las andanzas por Hawai de Ben, Chon y la existencialista O. Y máxima atención a un invitado sorpresa que termina de redondear las conexiones con la narrativa pretérita del autor.
‘La última carrera’ es la historia más reivindicativa de todas. También la de mayor actualidad. El protagonista es Cal Strinckland, agente de la patrulla fronteriza entre Estados Unidos y México que, gracias a la mirada de una niña separada de sus padres, descubre que los llamados inmigrantes ilegales también son personas, y no solo cifras, números, estadísticas y problemas por resolver.
Esta última novela corta es un western noir de libro, aunque buena parte de los personajes de Winslow se comportan como héroes míticos del Far West. Son individualistas, comprometidos, profesionales y dotados con un fuerte sentido de la justicia y la lealtad, al margen de en qué línea de la ley se sitúen. Cabalgando a lomos de un caballo, surfeando olas sobre una tabla o conduciendo grandes descapotables por las autopistas de la Costa Oeste, los personajes de Winslow se rigen por un código de conducta personal e intransferible que harían las delicias de Howard Hawks.
Jesús Lens