Ayer, como dulce venganza por la efeméride que todos sabemos, había pensado escribir sobre la playa, el viento, el salitre y el aire libre. Y en esas estaba cuando el encuentro casual con Luis Salvador me hizo cambiar de planes. Domingo por la mañana. Terraza al sol. Previa al café y la tostada. A esas horas ya había leído todas las especulaciones que traía la prensa sobre el futuro posible, y hasta imposible, del alcalde de Granada.
Esto que les cuento es fruto de una relajada conversación dominical con un alcalde vestido con cómoda e informal ropa deportiva. Lo que pueda pasar a partir del lunes, de riguroso traje y corbata, ¿quién lo sabe?
A lo que vamos: Luis se queda. En Granada. Y en la alcaldía. La opción de aprovechar un puente de plata hacia un oscuro despacho en Sevilla es tan poco probable como que determinados versos más o menos sueltos de los Ciudadanos granadinos apoyen una moción de censura en el Ayuntamiento para alzar a Paco Cuenca. Luis lo tiene claro y no se anduvo con ambages: “Jesús, no me voy a ningún sitio y voy a seguir siendo alcalde de Granada”. Convencimiento no le faltaba. Ganas e ilusión, tampoco.
Le pregunto por el espinoso tema de los fondos europeos y el riesgo que ha asumido al ir por libre, sin el paraguas de la Junta. Y me asegura que los granadinos podemos estar tranquilos. Que a través de la Federación Española de Municipios y Provincias hay línea directa con el Gobierno, que será quien decida el destino final de los fondos. Y me habla del documento de trabajo que tiene entre manos, con las Manifestaciones de Interés y la petición de Propuestas Abiertas que hace el propio Gobierno a la FEMP. Un documento del 15 de febrero de este año, ojo.
Torrencial como acostumbra, Luis también me habla de las conducciones de Rules, del trabajo conjunto con Junta y Diputación en varios temas y de sus reuniones con Bendodo, siempre en busca de proyectos para y por Granada y no en clave personalista u orgánica. En ese punto me planteo preguntarle abiertamente si se irá al PP o no, pero aún no había tomado café y me entró miedo escénico. Máxime porque esa información, en ropa deportiva, un domingo por la mañana previo al cónclave de Cs de hoy en Madrid, sí que tenía una fecha de caducidad demasiado próxima.
Jesús Lens