Vuelta al tema de los amigos, que tocamos hace poco en ESTE enlace, pero cambiando de tercio.
Su respuesta, aún la tengo grabada, a sangre y fuego:
- ¿Cuándo y dónde?
Serían eso de las nueve de la noche. Le contesté que si le iba bien a las nueve y media en el Puerto Madero del Zaidín. Y una nueva respuesta, corta y expeditiva, se me quedó igualmente marcada:
- Yo puedo estar allí a las nueve y cuarto, ¿y tú?
Apagué el ordenata y salí zumbando, a ponerle la cabeza como una olla de grillos al Cuate, que sabía que necesitaba desahogarme. Y entonces recordé esa otra frase anónima, que Quevedo hizo suya: «los amigos son como la sangre, cuando se está herido acuden sin que se los llame». Y no. El SMS no es un sustituto aplicable a la frase.
Pero no todo es fácil ni bonito en torno a la amistad. Por ejemplo, ¿qué ocurre con las asimetrías? Como dice A. de la Tour, «dos amigos no se quieren de la misma manera: hay un que besa, y otro no hace más que tender la mejilla». ¿Qué pasa con la reciprocidad? ¿Y con la intensidad? ¿Y con oportunidad? ¿Y con el momento? ¿Y con la distinta forma de entenderla, a la Amistad?
Vamos terminando. Con otra pregunta. Un amigo, ¿debe ser un alma gemela? Para Aristóteles, «El amigo es otro yo. Sin amistad el hombre no puede ser feliz». Tengo amigos con los que la identidad de pensamiento y actuación es casi total, compartiendo casi al 100% una particular forma de ver, entender y conducirnos por la vida.
Pero también tengo amigos radicalmente opuestos en muchas facetas y aspectos esenciales de la existencia. Con los primeros, todo es más fácil. Sin duda. Pero con los segundos, cada conversación y cada rato compartido, cada e mail y cada discusión resultan más enriquecedores, al aportar puntos de vista nuevos y distintos, sobre distintas cuestiones.
No es necesario, en este caso, que hagamos pregunta alguna, ¿verdad?
Y nos quedarían muchos más temas por tocar. Como el de las amistades virtuales y el de las amistades de género. Pero, mejor lo dejamos aquí, prometiendo volver al tema más pronto que tarde.
Eso sí, nunca olvidemos a Fénelon, quién defendía que «si queréis formar juicio acerca de un hombre, observad quienes son sus amigos».
Advertidos estamos.
CONTINÚA