De mi amigo Eduardo Ros, catedrático del departamento de Arquitectura y Tecnología de Computadores de la UGR; les he hablado otras veces, que tiene la extraña habilidad -mutada en superpoder- de hacer fácil, asequible, comprensible y hasta divertida una materia tan a priori abstrusa como es la Física.
Lo volvimos a comprobar el pasado jueves, en el Teatro CajaGranada, durante la jornada de Gravite dedicada al acelerador de partículas. Junto a Eduardo intervino Javier Praena, profesor del Departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear, también de la UGR; y ambos nos dieron una lección magistral sobre el halagüeño futuro que nos espera, si conseguimos materializar el proyecto del Ifmif-Dones.
Me quedo con dos frases de Eduardo. La primera debería estar esculpida en mármol: la gran riqueza de Granada es el conocimiento, la materia gris. En nuestra provincia no hay materias primas de especial relevancia, no hay oro o diamantes. En Granada, nuestro petróleo, es neuronal. Es la inteligencia. Es la sabiduría dimanante de una Universidad con siglos y siglos de tradición, situada entre las 300 mejores del mundo. Algunas de sus especialidades están entre las 50 mejor valoradas en los rankings internacionales.
Granada también es una ciudad atractiva para la gente. Para investigadores y científicos. De ahí que el acelerador de partículas esté llamado a desempeñar un papel trascendental en nuestra socio-economía.
En el festival patrocinado por Bankia, Eduardo Ros y Javier Praena desgranaron datos y cifras sobre el impacto económico directo e indirecto que tendría el acelerador en Granada y cómo contribuiría al PIB provincial en un 4%.
A la salida de la charla, Eduardo ponía un símil que me parece de lo más acertado: igual que los nazaríes construyeron la Alhambra hace cientos de años y, todavía hoy, sigue siendo nuestro recurso económico más importante; una tecnología como la del acelerador está llamada a perdurar y a trascender en el tiempo.
Porque, además de su uso directo en el estudio de materiales para la generación de una energía limpia, sostenible e infinita; los neutrones provocados por el acelerador tienen diferentes utilidades en campos tan distintos como motores de hidrógeno, grafeno, medicina o bioquímica. De momento.
En el mundo hay pocos aceleradores de partículas. Tener acceso a uno de ellos es necesario en mil y una investigaciones. ¿Empezamos a soñar con un Neutron Valley en Granada?
Jesús Lens