Extraño. Muy extraño, el libro que José Manuel Fajardo se ha sacado de la manga. O, quizá sería mejor decir que es muy peculiar, muy especial. Singular. En primer lugar porque el género en que podríamos encuadrarlo es absolutamente inclasificable. De hecho, creo que es la pieza de literatura más difícilmente encuadrable en algún marco preexistente que he leído en mucho tiempo.
Es extraño porque mezcla tiempos y espacios, mentales y geográficos, radicalmente alejados e independientes entre sí. Porque “Mi nombre es Jamaica” arranca en Israel para continuar en París y terminar en Granada, pasando por el Perú de la colonización española y la guerra contra los pueblos post incaicos.
Los personajes también son desaforados y extremos: dos profesores universitarios, especialistas en disciplinas hebreas y en las expulsiones de los judíos de diferentes lugares y en diferentes épocas que. Dos profesores que coinciden en un momento especialmente complicado de sus vidas. Al menos, en la vida de Santiago, que Dana parece más centrada.
Estando en Tel-Aviv, en mitad de un sesudo congreso, Santiago Boroní, inestable y emocionalmente tocado por la reciente muerte de su hijo, se acerca peligrosamente a la frontera con Palestina y allí sufre un colapso que, para él, es toda una revelación que le llevará a comportarse de una forma muy extraña.
Porque en el otoño de 2005, en Francia, en los arrabales de París, parece haberse desatado el infierno al producirse la rebelión de los parias de la tierra que queman coches, una noche y otra también, como si la vida les fuera en ello. Y allí se verán metidos Tiago y Dana, en mitad de una epopeya que, por momentos, bordea límites muy peligrosos.
Porque, además, la aventura de Tiago, transmutándose en Jamaica, está extrañamente conectada con la historia de otros judíos que, huyendo de la España oscura posterior a la expulsión, se refugiaron en América, protagonizando una extraordinaria historia de lucha y resistencia que se puede conocer a través del enlace www.historiadebagua.tk
“Mi nombre es Jamaica” es, por tanto, una narración total, hipnótica e inclasificable, repleta de erudición. Pero de una erudición que ni molesta ni estorba ya que no entorpece en absoluto la trama, sino que contribuye a darle alas y a hacerla especialmente interesante y atractiva.
En pocas palabras, ¿por qué recomendaría leer la última novela de José Manuel Fajardo? Porque estando a eso de las 3 de la mañana en el aeropuerto de Dakar, llevando casi veinticuatro horas despierto, no pude echarme a dormir hasta pasar la última de sus páginas y adivinar, por fin, por qué el nombre de Tiago era Jamaica.
Y, también, porque mientras la lees, te haces esa pregunta de la que hablábamos hace unas semanas: ¿y si ahora mismo empezara todo? O aquí, también.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.