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MILLENIUM I & LA CHICA QUE SOÑABA…

Ha llegado. El 18J. Ayer hablábamos de ello en IDEAL, como pueden leer si siguen el enlace. Demos una vuelta más de tuerca a Larsson. ¿Piensan que estamos emparanoiados? Pues no somos los únicos: parece que se han vendido 200.000 ejemplares, en un sólo día, de la tercera entrega de Millenium. 200.000. Impresionante.

Después de leer «Los hombres que no amaban a las mujeres» y comprar mi ejemplar de «La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina», guardé éste en el anaquel de los Libros en espera de lectura, como oro en paño. Aún quedaban varios meses para que la editorial Destino, en un calculado y medido ejercicio de marketing, pusiera a la venta la tercera y última parte de la saga Millenium y, como soy un ansioso, no quería quedarme en ascuas.

 

Fui leyendo un libro detrás otro, dejando siempre a Larsson en la estantería, reservándolo para un momento especial, sabiendo que podía prolongar el placer de la espera hasta el mismo mes de junio ya que no sería hasta el 18 de ese que «La reina en el palacio de las corrientes de aire» fuese publicado, con el fin de inundar las playas y los aeropuertos veraniegos.

 

Además, sabía que una vez empezara la segunda parte de Millenium, tendría que dejar a un lado buena parte de las cosas que habitualmente me gusta hacer. Y es que las novelas de Larsson enganchan como pocos libros son capaces de hacerlo. Cuando estás sumergido en su lectura no te importa olvidarte de amigos, eventos, citas, estrenos cinematográficos… lo que sea. Lo único importante: leer. Seguir leyendo.

 

Y por eso no quise ir a ver el estreno de «Millenium I» al cine. No vi un trailer y ni tan siquiera las fotos de los reportajes de los periódicos. No quería que los rostros de los actores me condicionasen la lectura. Yo quería que mis Mikael y Lisbeth siguieran siendo míos y sólo míos, la imagen que de ellos me he trazado.

 

De hecho, había pensado no ver la película hasta haber terminado de leer el desenlace de la trilogía, tal y como me sugirió una Amiga generalmente cabal y sensata. Pero hay ocasiones en que los mejores propósitos chocan de frente con la realidad y se hacen felizmente añicos. Así que el viernes fui a ver Millenium, la película. Y el resultado… ni fú ni fá, la verdad. No es que sea decepcionante, pero tampoco arrebatadora. El actor que interpreta a Mikael es feo de narices, la antítesis del Brad Pitt que, dicen, puede ser el periodista en la versión que Tarantino quiere filmar, dicen, de Millenium. Lisbeth sí que está conseguida. Aguerrida, pequeñita y peleona.

 

La historia que cuenta la película es, únicamente, la de la localización de la desaparecida Harriet. De toda la trama económico financiera… ni una palabra. Y, quizá, fue la parte del libro que más me gustó. Así que… una película del montón, que sin desmerecer totalmente el original literario del que parte, tampoco le hace la justicia que nos hubiera gustado a los lectores.

 

Además, adelanta alguno de los aspectos esenciales de la segunda novela, por lo que me alegré infinitamente de no verla hasta haber terminado de leer ésta. Una segunda parte de la trilogía que, para mi gusto, es más floja que la primera. O, siendo justos, menos atractiva, menos adictiva.

 

Primero, porque sólo hay una trama principal, aunque aparezca desdoblada y llena de meandros. Y, segundo, porque las relaciones de los personajes son más frías y, por tanto, la química entre Mikael y Lisbeth se ha desvanecido.

 

Pero, aún así, las setecientas y pico páginas de «La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina» caen a una velocidad vertiginosa. No se leen. Se devoran, confirmándose que el fenómeno Larsson que glosáramos en IDEAL sigue vigente, por mucho que la crítica especializada considere que estamos ante literatura de bajo nivel. Una discusión que deberíamos abrir a la discusión pública, ¿no o parece?

 

Vamos a darle una pensada a qué llamamos alta literatura y baja literatura y, en unos días, nos metemos en harina, ¿de acuerdo?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Adicto a Larrson.     


Comentarios

12 respuestas a «MILLENIUM I & LA CHICA QUE SOÑABA…»

  1. Pues si el libro no lo he leído, la peli menos la he visto pero ya había leído por ahí que no le hacía justicia al libro, demasiado larga, tediosa y poco que ver con el original… si algún día cae la trilogía en el Círculo de lectores, ya te comentaré a ver que tal, pero me da que no es del tipo de literatura que más me fascina… por el contrario, estoy deseando meterle mano a «La mano de Fátima» de Ildefonso Falcones que ya late en mi mesilla.

    Besillos

  2. ¿Qué hay del supuesto manuscrito casi finalizado de una hipotética 4ª parte? ¿y de lo que Larsson guardaba en su portátil? ¿y del título ta sugestivo que nada tiene que ver con «El castillo de sueños se derrumba» que es más o menos cómo se traduce el original en sueco?

  3. SGCI, de ese tema estoy recopilando información que leeré cuando termine la tercera novela que si no, fijo me la destripa.

    Néfer, que te va a gustar. Fíate. Ya nos contarás de Falcones

  4. No soy muy amigo de «sucesos» prefabricados, pero todo el mundo me habla muy bien de las dos primeras. Veremos este verano.
    Gracias por la crítica, siempre apasionante.
    Rigoletto

  5. La cuestión no es si la literatura es alta o baja, sino, por un lado, si en un caso como éste es necesario plantearse el asunto en esos términos y, por otro, si la persona que opina y se lo llama tiene la capacidad, la formación lectora y la sensibilidad literaria para hacerlo con cierta legitimidad. En cualquier caso, hace mucho tiempo que, sutilezas aparte, se entiende a qué se le llama buena literatura o, sobre todo (más fácil), a cuál no se le puede llamar así y por qué. No obstante es tan ingenuo llamar buena literatura a una novela como ésta, populista, maniquea, inverosímil, prolija, superficial y de monótono estilo periodístico, como esnob no disfrutar con ella y con su ritmo fácil y exageradas salidas de tono. En resumen, una nadería de alto consumo bastante divertida y perfectamente olvidable. Eso sí, la campaña de marketing… todo un hostile takeover, que diría Salander..

  6. Cuando escribe usted esto: «si la persona que opina y se lo llama tiene la capacidad, la formación lectora y la sensibilidad literaria para hacerlo con cierta legitimidad», ¿se refiere a alguien en concreto?

    Si hay algo bueno, en la crítica literaria, es la disensión. De todas las críticas que usted le hace al libro, incluye ritmo fácil, fáciles salidas de tono y una nadería divertida.

    Pues bueno. Me quedo con todo ello. Claro que sí. Y con varias otras de las cosas que dice. Eso de coger un libro y que no se te caiga de las manos hasta terminarlo, sea populista, ligero, fácil… es ENVIDIABLE.

    Yo no digo que sea snob. Lo que digo es que es una pena que usted no se lo haya pasado ni la mitad de bien que los millones de Salanderadictos del mundo. ¡Mala suerte!

    Por curiosidad, ¿nos puede decir algunos de los libros más recientes que sí le hayan gustado?

  7. En ningún momento dije que no fuera saludable disfrutar con este tipo de productos. El tinto de verano es refrescante y apetecible y se vende a mares, aunque nadie lo aderece con un Vega Sicilia. Cada cosa en su lugar y a cada calidad su etiqueta.

    Cuando escribo esto, señor mío: «si la persona que opina… etc», me refiero precisamente a algo en lo que usted incurre precipitadamente. Es decir, hablar muy a la ligera al usar la expresión «crítica literaria». Es cierto que la disensión refresca el intercambio dialéctico y que es un concepto positivo cuando se trata de crítica, pero mucho me temo que usted llama crítica a lo que uno opina apasionadamente en un bar a las tres de la mañana frente a una chati sobre un libro en cuestión. Y ya que la disensiones le gustan tanto, permítame que le complazca disintiendo a mi vez. También me alegro de que le hayan encantado las andanzas de Salander, y la trilogía Millenium le parezca una obra magna digna del canon. Ole por usted. De verdad. Si yo ya sé que el problema de fondo es justo el contrario. Y es que a los devoradores de literatura de aeropuerto y chanclas parece que les molesta que exista una Literatura (sí, con mayúsculas) a la que no soportan, con la que no se atreven o de la que sencillamente pasan de descifrar. Y, sobre todo, que otros sí disfruten de ella. Sí no, ¿a qué tanta reivindicación de la mediocridad? ¿A qué tanto convencernos de que este producto tipo OT es tan increíble?

    Y no, no voy a satisfacer su curiosidad sobre mis gustos porque no le conozco de nada. Pero sí voy a darle una reseña interesante. Hay otro escritor sueco de novela negra, llamado Henning Mankell, al que el difunto Larsson trataba de imitar (qué casualidad, el personaje principal se llama Wallander) y tan solo le llegó a los talones (y estoy siendo generoso). Pruebe con él. Su lectura no es tan ligera, claro, pero sí interesante. Quién sabe, a lo mejor, saca algo más en claro que en el puré de tópicos, estereotipos y recursos fáciles del grandísimo Stieg.

    Un saludo.

  8. Lo siento, pero generaliza usted demasiado. Y me imputa según qué cuestiones que, para no conocerme de nada, son algo osadas.

    Gracias por recomendarme a Mankell. Muy útil. Sobre todo después de haber leído varias de sus obras y de haber estado en Barcelona en la entrega del premio que le dieron en BCNegra hace unos años.

    Curiosamente, siendo como soy un gran aficionado a la novela negra, lo que más me gusta de Mankell es su ciclo africano.

    Pero ya que no quiere compartir usted sus gustos con nosotros, me da pereza continuar esta conversación.

    Yo no creo en la Gran Literatura. Creo en la que me engancha por las ripas y no me suelta. ¿Literatura de aeropuerto? Uf. Eso sí que es tópico. En fin. ¡Ánimo y, siempre que quiera, seguimos hablando de libros, cine o lo que se le antoje!

    Y, ojo, yo no soy crítico. Soy lector. Y, lo que me gusta, trato de conseguir que les interese a mis amigos, lo lean y lo disfruten. Como yo. Sin más pretensiones.

  9. Bueno, ambos tratamos de lo mismo, pues.

    Yo no le imputo nada a usted, porque como ya le dije, no le conozco. Eso sí, si usted no aprecia la «sensible» diferencia entre Mankell y Larsson, en fin… qué más puedo decirle. Y eso que he citado a Mankell, que me he quedado cerquita por si los sustos.

    La literatura de aeropuerto no es un tópico, sino una definición popular para los best sellers olvidables y de usar y tirar. Y creo que se me puede permitir generalizar cuando se habla de un mega best seller como éste, ¿no cree?

    Me parece bien que a usted le guste la literatura que le enganche por las tripas, pero recuerde que eso no es hablar de buena o mala literatura, sino hablar de usted y de sus gustos.

    Sobre las pretensiones… Yo no, yo recomiendo a mis amigos libros que les aburran, les maleduquen y les hagan sufrir pesadumbres sin fin. Y es usted el que habla de generalidades, pues eso… ánimo, como usted dice y léase ahora Crepúsculo que, según me han dicho algunos fans de Larsson, también engancha bastante por las tripas.

  10. ¡Ahí le has dado! Perfecta definición: Yo y mis gustos.

    Imposible mejor y más acertada definición. Si no le importa, la copio y la uso en un artículo.

    Claro que sí. Subjetividad total y absoluta. Siempre.

    Para vampiros, espero la que está escribiendo Carlos Salem, otro tipo populachero 😉

  11. […] de menos a un personaje de ficción. En este caso, a Lisbeth. A la Salander. A la protagonista de la saga Millenium, cuya tercera y teóricamente última entrega, “La reina en el palacio de las corrientes de […]

  12. La trilogía es una pasada, pero… a diferencia de lo que te ha parecido, en mi opinión en el segundo la trama es quizás la mejor tejida que he leido nunca. Quizás porque está escrita con una tremenda agilidad.
    ES fantastico.
    En el resto, estoy de acuerdo

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