A ver. Repitan conmigo: los prejuicios son malos. Y haré todo lo posible por no sucumbir a los mismos.
Por ejemplo, vas al cine a ver una película cualquiera y te ponen en tráiler de una cinta titulada “Mortadelo y Filemón… (hasta ahí vamos bien) … ¡contra Jimmy el Cachondo!” Y, automáticamente, tus meninges se rebelan: No. Una película que incluye en su título dos palabras tan improbables como Jimmy el Cachondo” no es que no pueda ser buena, es que ni tan siquiera puede ser decente.
Y te juras a ti mismo que no. Que no irás a verla.
Pero entonces se alinean los astros. Y te encuentras en la cola del cine. Cuando te llega el turno, con voz muy baja, le dices a chica que está en taquilla:
– ¿Me das dos para la sala 5?
Y ella, con el altavoz conectado, para asegurarse de que no haya errores, te espeta, a voz en grito:
– ¿Dos entradas para “Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo”, para la sesión de las 9?
Y ya ni siquiera pasas por el ambigú, aunque sepas que Cinema 2000 tiene latas de Alhambra Especial muy, muy frías: fijas la mirada en el suelo y te metes en la sala, sin mirar nada ni a nadie de tu alrededor, tratando de pasar inadvertido.
Y entonces comienza la película.
Y aparece el típico chapuzas español que asegura una caja fuerte con una alcayata y cinta aislante. Y empiezas a reírte. Porque es tan, tan, tan… nuestro… Y yo no sé ustedes, si ya la han visto, pero yo ya no paré de reír. Hasta que terminaron los títulos de créditos.
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Jesús Lens