El año que viene por estas fechas, hablaremos de la inminente pre-campaña electoral en la que entrarán todos los ayuntamientos de la provincia, con la vista fijada en ese mes de mayo en que se celebrarán las municipales. Todos, menos el de Granada, que lleva en pre/ante campaña electoral desde que José Torres Hurtado, el alcalde del PP, fue detenido por la UDEF.
Cada partido político es muy libre de establecer la estrategia que considere más oportuna de acuerdo a sus intereses electorales, pero resulta insostenible la situación del Ayuntamiento de Granada, paralizado por el bloqueo constante de la oposición a la inmensa mayoría de las iniciativas del gobierno en minoría del PSOE, algunas tan importantes como las ordenanzas fiscales o el presupuesto municipal.
Sin margen alguno de maniobra en materia económica, vuelve a cernirse sobre nuestro consistorio la amenaza de una intervención que, a modo de buitre leonado lleva sobrevolando la Plaza del Carmen desde hace varios meses.
Cuando hablas con los unos, culpan a los otros. Y cuando hablas con los otros, culpan a los unos: todos tienen sus argumentos, sus razones y, por supuesto, sus excusas. En este juego de la gallinita ciega al que parecen entregados nuestros políticos municipales, no todos son culpables con el mismo grado de responsabilidad, pero ninguno es completamente inocente. Y seremos nosotros, los ciudadanos, quienes tendremos que dilucidar el grado de irresponsabilidad de cada uno de los concejales, a la hora de introducir nuestro sufragio en la urna.
Para eso, sin embargo, quedan todavía muchos meses. Demasiados, pensarán algunos. Quedan los doce meses de este año, recién estrenado, y cinco más, hasta llegar a mayo de 2019. Y así no podemos seguir. Resulta intolerable, inadmisible, indignante e insoportable, para la ciudadanía, el corral en que los concejales están convirtiendo el Salón de Plenos del Ayuntamiento, cada uno cacareando a su aire, sin atisbo de políticas serias o coherentes, torpedeándose los unos a los otros mientras la ciudad está hecha unos zorros.
Hacer nada más que política de salón y olvidarse de la gestión supone una vergonzosa dejación de funciones que pasará factura a unos concejales que, cuando vean amenazadas sus poltronas por la irrupción de una candidatura ciudadana, se echarán las manos a la cabeza y apelarán a la experiencia y a la responsabilidad. Y nos dará la risa, claro.
Jesús Lens