Me gustó leer un Tuit del jugador de baloncesto Serge Ibaka, el flamante último fichaje del Real Madrid y toda una estrella de la NBA a sus escasos veintipoquísimos años.
Comentaba Ibaka que era el día libre para los jugadores del equipo, pero que él iba a entrenar. Que es la única forma de ser el número 1.
Y resumía dicha filosofía en un contundente: No Days Off.
Estando en una semana tan peculiar como ésta, con un martes festivo en el que mucha gente ha hecho Puente, me resulta especialmente llamativo que un chaval congolés con un contrato multimillonario en la NBA, fichado por un equipo español únicamente para dos meses, decida renunciar a su día libre y entrenar para conocer mejor los sistemas del Real Madrid y adaptarse lo más rápido posible al juego del equipo.
Un equipo del que se irá en unas semanas para volver a los Estados Unidos, donde Air Congo empieza a ser toda una leyenda y tiene un contrato garantizado.
De todos los directores de cine, el que más me gusta es Howard Hawks. No tanto estilísticamente cuanto por sus personajes, profesionales que desempeñan trabajos duros y arriesgados, pero que siempre responden como se espera de ellos. Da igual que sean sheriffs acosados por pistoleros taimados que cazadores africanos de rinocerontes para los zoológicos. Corredores de coches, aviadores, pescadores… y hasta antropólogos despistados. Todos ellos son profesionales como la copa de un pino.
Profesionales.
No es fácil ser profesional. Muy profesional.
Me resulta curioso, cuando llegan las vacaciones o puentes como éste, escuchar a tanta gente que solo piensa en “desconectar”. Y tampoco lo entiendo. Está bien romper con las rutinas, cambiar el ritmo, tomar distancia, ver las cosas de otra manera, disfrutar del tiempo libre… pero ¿desconectar?
Expresiones como “no hacer nada”, “dejar la mente en blanco”, “olvidarme de todo”, “pasar” y otras por el estilo suelen ser sinónimas de “descansar”.
Descansar, sin embargo, debería ser un ejercicio de creatividad absoluto. Debería permitirnos hacer nuevos planes, conectar esas ideas que, sueltas, quizá no signifiquen nada pero juntas, pueden ser la caña. O la bomba.
El tiempo libre, que es un lujo y cada vez lo será más, nos debería permitir leer cosas nuevas y diferentes. Reciclarnos. Estudiar y aprender. Crecer. Mejorar. Ir, salir, ver, descubrir, observar, relacionar, conocer.
Creo que fue Sócrates.
Condenado a muerte, le preguntaron por un último deseo. “-Aprender a tocar la flauta” – pidió. ¿Para qué? No le iba a servir de nada. Total… ¡estaba condenado a muerte! “Por aprender a tocarla. Por saber algo más”, fue su respuesta. O algo así. Que escribo de memoria.
Vivimos en una sociedad desarrollada del Primer Mundo que nos ofrece mil y una posibilidades, cada día, para desarrollarnos tanto profesional como personal y humanamente.
Aunque nunca lo entendí ni lo compartí, podía tener un pase el perder miserablemente el tiempo, en la época de las vacas gordas.
Ahora, sin embargo, invertir el tiempo libre, con la que está cayendo y viendo lo que tenemos por delante, en ser y actuar como una ameba; es para que nos partan la cara.
Como así está pasando, por otra parte.
¡No-days-off!
Jesús NDO Lens