Hace años fui al cine a ver una película con un título bastante improbable: ’Quiero ser como Beckham’, sobre la integración de una estudiante sij en la Inglaterra de comienzos del siglo XXI. No era ninguna obra maestra, pero era divertida y tenía los suficientes toques ácidos y sarcásticos como para dar por bien empleado el precio de la entrada y el tiempo invertido en verla.
Me acordé de aquel sonoro título al leer sobre los problemillas de Figo con Hacienda, cifrados en 2,4 millones de euros. Lo que no tendría mayores consecuencias —nadie está libre de tener un encontronazo con el fisco por un quítame allá esas valoraciones— si no fuera porque el ex futbolista se ha convertido en uno de los portavoces oficiosos de la derecha más extrema de este país, sin parar de mandar recaditos de corte patriótico a través de las redes sociales.
Ni que decir tiene que no hay nada malo en sentirse y manifestarse como patriota, faltaría más. Pero sí hay una cierta contradicción entre ese patriotismo emocional y acumular una deuda de 2,4 millones de euros por IRPF. Porque el auténtico patriotismo, el patriotismo de verdad, empieza por hacer frente a las obligaciones fiscales. Y aquí podríamos tirar de tópico machista, tan del gusto de algunos. Porque los machotes ibéricos, los españoles como Dios manda, deberían pagar sus impuestos como el que paga una ronda en el bar: con displicente suficiencia, con generosidad mundana, con una sonrisa y rictus imperturbable.
Siempre que alguien hace alardes de nacionalismo tengo tentaciones de preguntarle por su declaración de la renta. Lo decíamos hace un par de días con lo de Trump, el lema ‘Hacer América grande de nuevo’ y pagar 750 dólares de impuestos. Sí. 750 dólares, que no falta cero alguno. ¿Es o no es contradictorio? También se ha publicado la lista de los grandes morosos granadinos con la hacienda española.
Lo que sigue pesando ahí la losa del ladrillo… Más inspectores de Hacienda y más inspectores de Trabajo. Más control fiscal y laboral para asegurar el cobro de impuestos y de cotizaciones a la seguridad social para evitar el fraude y la explotación. Así se construyen las sociedades auténticamente democráticas, justas e igualitarias.
Sobre cómo se dilapidan los recursos públicos hablamos otro día. Hoy, toca hablar de recaudación, de impuestos. De ser españoles. De cumplir con Hacienda, por ingrato que sea. Hoy se trata de no ser como Figo.
Jesús Lens