KENIA, ÁFRICA. CLAVE ALFA

Le había señalado ayer a Paco que hoy hablaría de África. Porque el viernes, caminando por Armilla, rumbo a la Casa de la Cultura, me comentó que le había emocionado un artículo mío que había leído leído en IDEAL y que se titulaba «África ¿el fracaso de la humanidad?» y que tantos comentarios provocó en su momento.

Poca cosas me gustan más que hablar de África, de las sensaciones que provoca, de sus estímulos, de sus gentes. Así que, hoy le quería dedicar a Paco, un pedazo de Compae, y a su preciosa hijita, un texto que tenía escrito sobre nuestra última visita al Malí.

Pero es que me he encontrado con que nuestro amigo Alfa ha escrito este «Kenia, África, crónica de una tierra… olvidada»

Un artículo escrito con las vísceras. Un artículo directo, contundente, que llama a las cosas por su nombre. Un artículo demoledor que todos debemos leer. Porque, más allá de la dedicatoria, que agradecemos de corazón, es toda una declaración de intenciones.

¿O no?

Fdo.- Patón, agradecido y emocionado.

LA COSTA GRANADINA. TAN CERCA Y TAN LEJOS

Dejamos este artículo que publicamos en un especial de la Costa granadina del periódico IDEAL. A ver qué les parece.

Dedicado a todo los Carchuneros y a Pinar, motrileña de pro.

Con mi agradecimiento a Pedro, Jose, Rash y Javi, que me dieron ideas y consejos para este artículo.
Cuando era niño no me gustaba que, al llegar los primeros días de septiembre, tuviéramos que irnos de Carchuna para volver a Granada. No me gustaba, pero lo entendía. Cargábamos el pobre Seat 131 verde y subíamos a la ciudad, lo que entonces era toda una odisea. Los padres tenían que regresar al trabajo y los hijos, al colegio. Así era la vida. Se cerraba la casa de Carchuna y, en el mejor de los casos, hasta la Semana Santa del año siguiente.

Crecimos y, con el tiempo, eso que no nos gustaba, pero entendíamos; seguía sin gustarnos, aunque ya lo entendíamos mucho menos. ¿Por qué setenta y cinco kilómetros eran una barrera casi insalvable que nos desanimaba, un soleado domingo cualquiera, a coger el coche y bajar a comer pescado a la playa?

Granada capital y la Costa granadina, para mí, siempre han sido mundos aparte, separados e independientes. De hecho, bajar a Carchuna era sinónimo de descanso, paz y tranquilidad; la búsqueda de un refugio para el ruido y la furia cotidianos.

Un año, sin embargo, y por cuestiones profesionales, tuve que residir seis meses en la costa granadina. De repente, tenía que hacer allí mi vida cotidiana. Iba al cine de vez en cuando (entonces había unos cines en Motril) y salía de cañas. Y de copas. Pero en cuanto podía, o subía a Granada o me parapetaba en la Chucha.

No sé si mi caso será o no habitual, pero siendo granadino y habiendo bajado a la playa con solo once días de edad; siempre he vivido de espaldas a la Costa, como si no fuera nada mío. Por supuesto, he despotricado por el tema de la autovía, he visto con pavor cómo un mar de plástico invadía los llanos (y los montes) de la Chucha y, después de oír la cantidad de cosas que se iban a hacer en la zona, desde un fastuoso paseo marítimo a un entro cultural en el decrépito Castillo; he terminado por vermen obligado a comprar unas zapatillas para bañarme en el mar, dado el deplorable estado de las playas, y siempre que no esté infestado de medusas.

Me duele, pero no siento que la Costa sea mía. Por ejemplo, debido a los habituales desmanes que se cometen en tantos restaurantes y chiringuitos, cuando bajamos un fin de semana a la playa solemos llevar el coche cargado de viandas, libros y DVDs; todo lo necesario para disfrutar del sol y la brisa, sin tener que poner un pie en la calle.

Jamás se me ocurriría, por ejemplo, mirar una agenda cultural. ¿Para qué? Este año, para ir al concierto de Salif Keita en Salobreña, salimos de Carchuna a las 20.30. Y apenas si nos dio tiempo a comernos, en un restaurante, una repugnante ¿tortilla de patatas? Estábamos en pleno verano. Era viernes (o sábado) por la noche. Estábamos en pleno mes de agosto. Y no tenían pescado.

Soy un granadino que, en sueños, se ha planteado la posibilidad de vivir en la costa unos meses al año. Pero la realidad se encarga de despertarte rápidamente para ponerte en tu lugar, generalmente, de espaldas al sur granadino.

Uno ama el Festival de Jazz en la Costa, pero no le compensa pasarse tres horas en un coche para escuchar dos horas de música. Uno ama el mar, pero no entiende que un padre motrileño no encuentre plaza en una piscina, para que su hijo aprenda a nadar. Uno, que disfrutaba buceando, se deprime al escuchar a Edgar, cuando le cuenta las hazañas submarinas de un paleto que, armado con un cuchillo más grande que el de Rambo y con un fúsil subacuático, ha arramblado con dos crías de pulpo, luciendo su trofeo, con orgullo, al salir del agua.

Edgar con una impresionante morena, aunque las ha pescado mejores…

Uno, por desgracia, cada vez conoce a más gente que detesta la playa granadina y que siente horror cuando contempla lo que se ha hecho en algunos municipios, de forma que las únicas playas que pisa son las valencianas, almerienses o malagueñas. Es cierto que se han dado pasos positivos, como la construcción de algún campo de golf, pero son medidas puntuales que benefician a muy pocos.

Lee uno el Plan de Excelencia Turística de la Costa Tropical y, por supuesto, tiene que estar obligatoriamente de acuerdo con lo que en él se dice. La única pega es que el mismo Plan serviría para reactivar el turismo del Valle del Jerte o el de los Oscos, dado lo vago e impreciso de su redacción.

Está claro que el reto es romper la estacionalidad del turismo costero, pero ¿cómo hacerlo? A través del golf y del tan reclamado y necesario incremento de puntos de atraque para embarcaciones recreativas empezaríamos a ir bien, pensando en un turismo de alto poder adquisitivo al que, además, habría que ofrecer una oferta restauradora y de ocia más amplia y generosa de la actualmente existente.

La costa granadina, con algunas excepciones, no está tan masacrada por el cemento como la malagueña. ¡Aprovechemos esa afortunada realidad para conseguir un desarrollo sostenible! Y sigamos potenciando una agroindustria moderna y desarrollada, que apueste por la innovación, aprovechando las bondades climatológicas de una costa tropical que produce productos hortofrutícolas únicos en Andalucía.

Clamar por la mejora de las infraestructuras para potenciar la distribución de productos y servicios, a esta altura de la película, es redundante. Pero es obligatorio hacerlo, una y otra vez, hasta que las autovías y el ferrocarril sean un hecho y se consolide definitivamente el crecimiento del volumen de negocio del puerto de Motril.


Además, será importante que las pequeñas localidades turísticas no sólo cuiden el turismo de apartamentos de julio y agosto, sino que también mimen a los potenciales visitantes de fuera de temporada, ofreciendo una oferta lúdico-cultural de calidad y continuidad, algo en lo que las instituciones, públicas y privadas, tienen mucho que decir, de la Diputación y la Universidad granadinas a las entidades financieras que, como CajaGRANADA, tienen un compromiso con su tierra.

Así las cosas, ¿cuándo se convertirá el Castillo de Carchuna en un centro social y cultural que preste servicios, tanto a los visitantes como a los vecinos de Calahonda, Torrenueva y la propia Carchuna? Eso sería “poner en valor” -qué expresión más fea, manida y sobada- el patrimonio histórico artístico de la costa.

Sería necesario, en fin, que todos pusiéramos de nuestra parte para acercar la costa granadina a la vida cotidiana de los andaluces. Una normalización en ese sentido sería el primer paso para atraer un turismo más estable, de más largo alcance y aún más larga estancia. Ese turismo de baja intensidad, pero alta rentabilidad que no se conforma con diez días de masificación botellonera y fritangas aceitosas. Se trataría, por tanto, de tener una Costa de la que sentirnos orgullosos, dando de una vez ese salto a la calidad y la excelencia que tanto se reclama y en cuya consecución tan pocas acciones concretas se ponen en marcha.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

SOMOS LO QUE ESCRIBIMOS

Somos lo que escribimos, lo que leemos, lo que hablamos, lo que escuchamos, lo que vemos. Por eso, Jose Antonio y yo queremos poner en marcha este proyecto sobre el deporte y los deportistas, la empresa, la vida, la gente…
Porque la vida es compleja, atractiva y contradictoria, presentando paradojas como ésta de Escher

Porque la vida, en realidad, te lleva por donde ella quiere, a través de conexiones imposibles.

Porque nos gusta, nos apetece y queremos que a vosotros también os seduzca esta idea de tender puentes entre disciplinas diversas.

A ver qué tal nos sale.

Hace un año: Mucha calle I

Hace dos años: En casita

UN PROYECTO: LAS RELACIONES ENTRE EL DEPORTE, LA EMPRESA Y LA VIDA CORRIENTE.

Hace unos días, José Antonio Flores Vera, hombre de acción y también de reflexión, corredor, articulista, Internauta y conferenciante; impartió una charla sobre “Los mundos del Corredor”.

Jesús Lens, al que le podemos aplicar los mismos adjetivos que a Jose, acudió a la referida charla en calidad de oyente.


A ambos nos gusta el deporte, nos gusta Internet y, con amplitud de miras, nos gustan las conexiones que las diferentes facetas de la existencia humana pueden presentar. Como, por ejemplo, el referido deporte, las estrategias empresariales y las trayectorias vitales.

Durante su Charla, Jose hizo referencia a Haile Gebreselassie, el excepcional corredor africano. La noche antes de batir el récord del mundo de maratón se encontraba en Berlín. Llovía y hacía frío. Y, en su habitación, el fondista africano se hizo esa célebre pregunta que atletas, montañeros, viajeros, directivos, trabajadores, maridos, esposas y, en general, cualquier persona, nos hemos hecho alguna vez: ¿Qué hago yo aquí?


Semanas después, cuando le preguntaban a Gebre que cuál es la mejor virtud que debe tener un maratoniano, respondía con una sola palabra: paciencia. Toda una lección y declaración de principios de la que se pueden extraer infinidad de conclusiones.

Fernando Torres y Pau Gasol nos han demostrado que, a veces, los ciclos se terminan y es necesario cambiar de aires y comenzar de cero. La relación de Alonso con Hamilton ejemplifica cómo, teniendo todas las bazas en la mano, se puede perder la partida. Armstrong es un ejemplo que se pone en las escuelas de negocios y el Real Madrid de Zidanes y Pavones se explica en los Másters de desarrollo directivo.


Reinhold Messner o Juanito Oiarzábal son ejemplos de cómo, con perseverancia, se pueden alcanzar las más altas cotas y la evolución en el juego de Michael Jordan nos puede servir para ilustrar cómo se hace un equipo ganador.

El deporte, además, nos sirve para ilustrar desde los siete pecados capitales a las siete virtudes cardinales. De la ira de Cantona y Zidane a la templanza de Induráin, sin ir más lejos. Semana a semana, a través de dos Bitácoras, “Diario de un Corredor” y “Pateando el mundo”, a cuatro manos, José Antonio Flores y Jesús Lens irán hablando de todas estas cuestiones, esperando que sea del interés de los lectores de ambos Blogs.


Ya hemos comentado algunos de los temas que queremos tocar y reseñado algunos de los nombres que irán pasando por nuestras Bitácoras. Pero seguro que tú, amigo y cómplice lector, conoces más.

Jose y Jesús queremos saber. Los deportistas, sus gestas, sus grandezas y sus miserias. Y la aplicación que de todo ello podemos sacar para la vida empresarial y para la vida normal de las personas. De las estrategias más brillantes a las decisiones más arriesgadas. De los éxitos más inesperados a los fracasos más cantados. De las gestas más gloriosas a las hecatombes más miserables.


En este nuevo proyecto Jesús y Jose, Jose y Jesús, buscaremos con nuestros textos enervar al deportista con la vida; el ser común que dispone de unas habilidades especiales, ya sean correr, conducir, patear un balón o encestar en un aro y que gracias a esas habilidades se ha convertido en un ser excepcional y famoso, enervarlo; decía, con el ser que al mismo tiempo está inmerso –como todos los seres- en dudas, en temores, en miedos, un ser que como todos tiene que tomar en algún momento una decisión que podría ser un punto de inflexión en su futuro personal y deportivo. Y de toda esa fusión intentaremos buscar su lado más humano, buscar el semblante más literario, idealizar al deportista y a la persona.

Atletas populares. El mundo del deporte se da la mano con la humanidad

de los participantes en pruebas que son mucho más que carreras.

Toda esa mezcla debería de ofrecernos un texto profundo, al tiempo que tierno y humano, muy humano. Si con eso conseguimos aupar a la persona y valorar al deportista habremos conseguido nuestro propósito, pero al mismo tiempo buscamos conseguir que nuestros hipotéticos lectores comprendan que el deporte y la vida no están tan divorciados.

Corredores, Internautas, amigos y rompeteclas

Ahora bien, ese relato del deportista que abordemos va a estar tocado con nuestro estilo que, inevitablemente, deberá de estar tratado en clave literaria, magnificando lo que creamos sea más literario, en esa rara unión entre la vida y la literatura.

Cualquier evento deportivo que nos sirva para ejemplificar los distintos comportamientos humanos será bienvenido. Anímense. Lo pasaremos bien. Seguro.

Fdo.- J & J