El domingo, Álvaro y yo debutamos en el Gran Premio de Fondo de la Diputación de Granada, conjunto de citas atléticas que, a lo largo del año, nos invitan a trotar por diversos puntos de nuestra geografía más cercana, de la capital y alrededores a la Costa, Alpujarras y la zona Norte de la provincia.
Es curioso. Hasta la fecha, mis únicas tres pruebas cronometradas, excepción hecha de las del colegio, habían sido tres medias maratones. Pero La Industrial, que celebraba su vigésimo aniversario, sería mi primer 10.000, mítica distancia del fondo mundial. Mi objetivo, teniendo en cuenta lo poco y mal que estoy corriendo, mis problemas gastrointestinales y una molesta tendinitis en el pie izquierdo que no cede; era hacer 5 minutos el kilómetro. Álvaro y yo calentamos poco (que somos vaguetes) y salimos casi en cola de grupo, por lo que los primeros y tortuosos metros, que una colega corredora calificó acertadamente de gincana, los hicimos más bien despacio. Progresivamente fuimos incrementando el ritmo y, efectivamente, empezamos por ir a 5 minutos el kilómetro. Pero el recorrido era favorable, el día esplendoroso y las piernas nos pedían más. Así que, poco a poco, aceleramos el ritmo. Había bajada, luego una suave subida… en conclusión, que hicimos 45 minutos, a un ritmo de 4,30 el kilómetro.
Corricolari nos sacó esta foto, en el kilómetro 5.
El reto, a partir de ahora: ser capaces de mantener esos ritmos durante más tiempo. A ver si en los entrenamientos nos lo tomamos más en serio y forzamos la máquina, aunque sea durante unos kilómetros, para ir acostumbrando a piernas, corazón y pulmones a correr a un ritmo más ágil y vivo del habitual.
Con Corricolari, al terminar la carrera. Lástima no poder quedarnos más rato, pero el CB Granada jugaba en Canal Sur 2 y el otro Álvaro, Hoces, nos había convocado en su casa para un festival gastronómico de altura, que se prolongaría hasta entrada la noche. Despedimos esta Entrada recordando que el propio José Antonio, corredor, bloguero (que no globero), articulista de IDEAL, ingenioso conversados y afilado observador de la realidad circundante; da una charla el próximo viernes, a las 20 horas, en el Teatro de Armilla, cita imprescindible a la que acudiremos con todo el gusto, dispuestos a pasar un buen rato, hablando del correr físico y del correr mental, del cinematográfico y musical. A ver se puede venir nuestro amigo fondista y bloguero Paco Montoro, que hay ganas de conocerlo en persona.
Nos vemos, trotando, por esos caminos. Fdo.- Neopatón el Trotón. |
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QUÉ JODIDA, A VECES, LA VIDA… [IMG]
¡NO TODO ESTÁ EN INTERNET!
Jose se bajó un breve manual de cómo podar los árboles. La cosa era que recibieran la luz del sol, que circulara el aire entre sus ramas y algunas otras cuestiones entre lo arbóreo y lo aparentemente místico.
Hachas, sierras, ampollas, heriditas y pequeños desgarrones varios nos acompañaron en nuestra poda de unos árboles que, los pobres, no agradecieron la limpia como habíamos previsto. De hecho, ya no los sulfatamos, ni abonamos, ni arreglamos más.
Hasta este año. Gilda, por un lado, los ha tratado con cariño. De hecho, el aceite que este año hemos sacado de los olivos se lo tenemos que agradecer a su mimo e interés. Pero es que, además, hemos vuelto a ir a podarlos. El sábado pasado. Sólo que esta vez nos acompañaron Enrique, Fina y, sobre todo, el tío Rafael.
No es que quiera quitar mérito a la jartá de trabajar que tanto Enrique y Fina como Sacai y Mamen se dieron. Pero lo del tío Rafael fue como para quitarse el sombrero. Por la cantidad y la calidad del trabajo. Sin tregua, su motosierra empezó a despojar a los olivos de las muchas ramas que les tenían constreñidos, entristecidos y empobrecidos. Trabajaba tan rápido que a los demás no nos daba tiempo a llevar el ramón al quemadero y, honrando a la Candelaria, prenderle ese fuego purificador que es propio de estas fechas.
Las llamas alcanzaban los diez, doce metros de altura en un día sin aire, precioso, ideal para quemar rastrojos. No sé la de kilos de leña que hemos hecho y la de ramón que hemos quemado. A mitad de mañana, Sacai, Mamen y Fina cortaron embutido fresco de una matanza de hace apenas una semana. Cerveza fría, sol y chacinas.
Y vuelta al tajo. Lo mejor de Rafael no es lo mucho y bien que trabaja. Tampoco el enorme conocimiento y experiencia que tiene en el cuidado y cultivo de los olivos. No. Lo mejor que tiene Rafael es el profundo amor que siente por los árboles. De hecho, se indignó al ver el lamentable estado de nuestros olivos. Estaba encendido y cabreado de ver el poco cuidado que les habíamos dispensado en estos años. Los miraba, los acariciaba y casi parecía susurrarles que no se preocuparan, que la poda iba a salir bien y que, después, se encontrarían mucho mejor. Realmente, resultaba emocionante ver la implicación del tío Rafael con los olivos. Una relación casi paterno-filial, en la que no se sabe quién ejerce de padre y quién de hijo.
Una deliciosa mañana de trabajo en el campo que culminamos en el Ventorillo, dando buena cuenta de unos buenos filetes de carne roja a la brasa y unos tomates aliñaos, antes de volvernos para casa con la satisfacción del deber cumplido, el agradecimiento a todos los que nos han echado una esencial mano en esto de la poda y, sobre todo, con la admiración y reconocimiento por la talla humana y espiritual de un tío Rafael que, estoy convencido, ha hecho que nuestros olivos rejuvenezcan un puñado de años. Y no sólo por la poda. Ni mucho menos.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
MONSTRUOSO
No sé cómo se traducirá “Cloverfield” en castellano, pero a mí me suena como a nombre pijo de familia bien. Y tampoco sé si el amable lector habrá visto trailers de la película, si sabe de qué va o si lo ignora todo sobre ella.
Para quiénes no saben nada sobre “Monstruoso”, que es como se ha estrenado la última película de JJ Abrams en España, sólo les diremos dos cosas: vayan a ver la película. Mejor hoy que mañana. Porque es del referido JJ Abrams, alias, “Perdidos”. ¿Es necesario un mejor aval? Pues hala. A dejar de leer y a volar al cine, que, aunque no me gusta reventar películas, será inevitable que en las siguientes líneas caiga algo sobre el contenido de esta excitante, amena y, por momentos, acojonante película. Si has decidido seguir aquí es, o bien porque ya has visto la película, o bien porque no piensas verla o, quizá, porque ya sabes más o menos de qué va y no te importa llegar hasta el final de estas líneas. Vale. Y con Oriente Medio y esa guerra sinsentido en la que los soldados parecen no saber contra quién luchan ni por qué. ¿Nueva York? ¿Bagdad? ¿Vietnam? Casi da lo mismo. Y está, por supuesto, la ineludible referencia a la gran Alien, huelga explicar el porqué. Pero la mejor interpretación de todas, la dio Sacai, al salir del cine, y creo que Jorge convendrá conmigo en que puede ser radicalmente cierta: el protagonista real de la película es… ¡¡¡el EURIBOR!!!, que se ha desbocado y va arrasando, uno tras otro, los edificios que no han podido hacer frente a sus hipotecas, acosando a los morosos que huyen por las calles. Además, contra los malos pagadores más recalcitrantes, EURIBOR manda una versión posmoderna del Cobrador del Frac, dotado de unos afilados argumentos que resultan incontestables a cualquier mortal. Y así ha sido. El “Bad robot” con que terminaba cada episodio de “Lost”, da en “Monstruoso” el banderazo de salida a una película espectacular, en que el punto de vista lo es todo. Y, sabio como es Abrams, hace que sus protagonistas salgan a balcones, suban a azoteas, bajen a las calles, vean la televisión, se metan bajo tierra, salten por los aires… y decenas de escorzos que nos permiten obtener una visión parcial, fragmentada y complementaria de la historia y de su protagonista. Porque en apenas 75 minutos, Abrams te pone los pelos de punta a través de una película sorprendente, distinta, enigmática e inteligente que, a buen seguro, en un segundo visionado se nos caerá hecha añicos, pero que, mientras la veíamos por primera vez (y en una estupenda proyección digital), nos tuvo imantados a la pantalla, fascinados por esa cámara loca que tan desasosegante resulta. Lo mejor: el ejercicio del punto de vista. Una cuestión moral, en esta película. Lo peor: decir que la cámara te marea sería ir contra la afirmación anterior así que… poco, más bien nada. Valoración: **** Jesús Lens Espinosa de los Monteros. |