Iván Reguera y el milagro de ‘El Padrino’

Es uno de los libros de cine que más he disfrutado en los últimos tiempos. Se titula ‘El hombre que podía hacer milagros’, lo ha escrito Iván Reguera y lo vamos a tener en Granada Noir, algo que me llena de orgullo, satisfacción y, sobre todo, alegría a raudales. 

Este año, ustedes se acordarán, volvimos a ver ‘El Padrino’ en pantalla grande con motivo de la celebración del 50 aniversario de su estreno. Fue una noche llena de emoción que compartí con mi hermano, como debe ser. Porque hay cosas que es necesario hacer en familia. 

Antes de verano, bicheando por los anaqueles de Librería Picasso, sentí una una fuerte perturbación en la Fuerza. Empezaron a temblarme las canillas y me entró sudor frío. Un libro de roja portada mostraba a Francis Ford Coppola rodeado por la familia Corleone. Las palabras del título, ’El hombre que podría hacer milagros’, estaban sujetas por los famosos hilos de marioneta que dan sentido a la saga. Y un subtítulo que me hizo babear: “Nadie creía en ella. Se convirtió en la mejor película de la historia”. ¡Joder!

Iván Reguera

Pocas veces me he abalanzado sobre un libro con pasión tan desaforada. Aplacé todo compromiso, di largas a mis obligaciones y me sumergí en una burbuja de lectura compulsiva durante un inolvidable puñado de horas felices.

Este no es un libro sobre cine. Es la apasionante narración del proceloso, complejo y tumultuoso proceso de filmación de un título capital en la historia del cine, ’El Padrino’, que tuvo todas las papeletas para no llegar a filmarse y, por tanto, engrosar la lista de ‘Las películas más grandes jamás filmadas’, en el sentido literal del término. 

Con la lectura del libro de Reguera conoceremos más a fondo a Mario Puzo, el autor de la novela original, que escribió ‘El Padrino’ con el único fin de pagar sus ingentes deudas de juego. Sabremos de la presión de la familia Colombo para condicionar el proyecto. Y cuando hablamos de familia, sabemos a lo que nos referimos, ¿verdad?

Odiaremos a Robert Evans, el productor que, sin embargo, hizo todo lo (im)posible para que el rodaje fuera igualmente (im)posible. Sufriremos con un cuestionadísimo Francis Ford Coppola, con el detestado Marlon Brando y con el ninguneado Al Pacino. Conoceremos quiénes son los ‘actores’ que interpretaron al siniestro Luca Brasi y a ese niñato, Carlo Rizzi. 

Aprenderemos qué son los canoli y por qué resultan (casi) más importantes que las pistolas y haremos un recorrido gastronómico por la comida italoamericana. Llegados a este punto, permítanme que saque pecho. Al terminar la lectura de ‘El hombre que podía hacer milagros’, habiendo aprendido un montón de cosas que no sabía sobre la intrahistoria de una de mis películas favoritas de todos los tiempos, hojeé las páginas dedicadas por Iván Reguera al material consultado. Entre otros artículos y entrevistas, encontramos ‘Los secretos gastronómicos de la familia Scorsese’, pieza que publicamos en IDEAL el 20 de diciembre de 2019. ¿No es bonita, esta retroalimentación? 

De todo esto y más hablaremos con Iván Reguera el próximo jueves en El Bar de Eric, a eso de las 21.30 horas, cuando bajemos de La Chumbera después de escuchar el concierto homenaje al Padrino que le dedicará la Banda Municipal de Música. Brindaremos con unas cervezas Alhambra y tomaremos la tapa especialmente diseñada para la ocasión con todos ustedes. Antes, el miércoles por la tarde, Iván estará en Valle del Zalabí para conversar con el público gracias al apoyo de Diputación de Granada. ¡Ofertas que no se pueden rechazar!

Jesús Lens   

 

11/11 Día de las Librerías

Hoy es un día chulo. Muy redondo. Y visual. 11/11/22. Hoy se celebra el Día de las Librerías y, además, arranca la octava edición de Granada Noir, una de cuyas actividades se celebra, precisamente, en Picasso, una de las librerías de referencia en Andalucía y en España. 

Este año, al diseñar la preparación del festival dedicado al género policíaco, hemos optado por cuatro tipos de escenarios para albergar charlas, encuentros y tertulias. Por un lado, las calles y plazas de Granada, que son un lujo, con varias rutas literarias por diferentes enclaves del Albaicín y de mi querido Zaidín. Por otro, espacios como La Madraza, La Chumbera, el Hospital Real, el Palacio del Almirante o el Cuarto Real, para disfrutar de ese ingente patrimonio histórico artístico que tenemos en la ciudad. 

Y están los bares, claro, santo y seña de un festival que se complace en compartir conversaciones, tragos, charlas y firmas con los autores al calor de esa Cerveza Alhambra sin la que Granada Noir no podría existir. Este año, además, tendremos varios encuentros en la Librería Picasso, otra aliada incondicional. En realidad, la librería siempre nos acompaña. Está donde estamos nosotros, aunque sea al final de la barra, en los bares. O en una mesa alta.

Granada Noir es un festival multidisciplinar en el que la clave son los libros. Siempre los libros. Nos gusta que se vendan muchos. Cuantos más mejor. Y nos gusta que se lean y que se hable de ellos. Por eso tenemos un Club de Lectura y Cine todo el año. Así las cosas, homenajeamos a ‘El Padrino’ y nos traemos a Iván Reguera para conversar sobre Coppola a través de su libro ‘El hombre que podía hacer milagros’. Y para la parte gastronómica, partimos de las novelas de Pepe Carvalho y el maestro Manuel Vázquez Montalbán.

Hablando de gastronomía, no vean qué ilusión me hizo encontrar el ‘Oishinbo’ en la biblioteca de Raúl Sierra, en su Atelier Casa de Comidas. Es un manga gastronómico flipante que me descubrió María Mateos, de Cómic Store, precisamente cuando nos tomamos una birra para hablar de cultura gastronómica en el D’Platos que está enfrente de su librería. O el ‘Nopi’, la nueva maravilla de Yotam Ottolenghi, una joya bibliográfica recién publicada por Salamandra, a cuyo autor me descubrió María José Porras en el Sancho Original.

Hoy tenemos a Lorenzo Silva en el 4U Hostel a las 13.30. Allí estarán sus libros. A las cinco, los libros viajarán en Metro. Y un poco más tarde, a las siete, estaremos con Óscar Beltrán de Otálora en la librería Picasso. Y allí estarán su imprescindible ‘Tierra de furtivos’… y todos los libros del resto de invitados a Granada Noir.

Dejen que los libros se acerquen a ustedes. Granada Noir lo pone fácil. Y acérquense ustedes a las librerías: hoy es 11 de noviembre y están de celebración. ¡Salud!

Jesús Lens

‘Riccardino’, el arrivederci de Camilleri

El próximo viernes arranca Granada Noir y tendremos con nosotros a Lorenzo Silva, cuya saga de Bevilacqua y Chamorro, más que leerla, la he devorado fiel y puntualmente a lo largo de estos veinte años largos. A mediodía le tendremos en el 4U Hostel y los lectores podrán compartir una Cerveza Alhambra Singular con él mientras presentamos ‘La llama de Focea’, la entrega más reciente de la serie. 

Esa misma tarde y en Librería Picasso, también estará Óscar Beltrán de Otálora, cuya ‘Tiempo de furtivos’ es una de las novelas que más he disfrutado este año, como ya les conté en su momento en esta misma sección. (Leer AQUÍ) Ni se imaginan la ilusión que me hace que venga a Granada Noir. Por su novela y por su condición de periodista de raza especializado en terrorismo, el de ETA y el yihadista. Ya verán cómo su conversación con Quico Chirino y Antonio Lara hace saltar chispas. 

Les tendría hablar de la espectacular nómina de autoras y autores granadinos que han publicado estupendas novelas policíacas en y desde Granada estos meses, algo que me provoca una inmensa alegría y un tremendo orgullo. Pero hoy toca tributo, que es el día en que nos despedimos de Andrea Camilleri, nada menos: el Club de Lectura y Cine de Granada Noir se reúne para comentar ‘Riccardino’, una novela singular, original, peculiar y demás adjetivos similares que quepa imaginar.

Publicada por la editorial Salamandra, como todas las de la saga, ‘Riccardino’ ha visto la luz a título póstumo y es un ejercicio de estilo singular, valiente y muy osado. ¿Cómo la habrán encajado los lectores?

El escritor Andrea Camilleri publicó la primera novela protagonizada por el comisario Salvo Montalbano en 1994. El policía trabajaba en una ciudad inventada, Vigata, trasunto de la muy siciliana villa de Porto Empédocle, en el Agrigento. Poco ortodoxo en los métodos que emplea para la resolución de los casos, tiene problemas con sus superiores y con el resto de fuerzas vivas en entorno, incluidas las que ustedes se estarán imaginando. 

El éxito de la saga fue apoteósico y Montalbano, homenaje de Camilleri al escritor español Manuel Vázquez Montalbán, se convirtió en un personaje de enorme popularidad. Máxime cuando la RAI adaptó sus aventuras al formato televisivo. 

Todo ello es importante para comprender y disfrutar de ‘Riccardino’, una novela pirandelliana que juega con ese imaginario de la popularidad y el éxito y de la necesidad de huir de ellos. La realidad enfrentada a su representación. La ficción que altera la realidad. Un apasionante juego de espejos que comienza de la manera más sencilla e inocente posible: con una llamada equivocada. 

Una llamada equivocada y, segundos después, dos disparos a bocajarro en pleno rostro. El muerto: Riccardino, empleado de la Banca Regionale. Había quedado con tres amigos a primera hora de la mañana para salir de excursión cuando una moto de gran cilindrada se paró frente a él y el motorista, que llevaba un casco integral, le descerrajó dos tiros en la cabeza. Muerte instantánea. Nada que hacer. 

Montalbano está tranquilo. Ese muerto no le va a caer a él, sino al dottor Totti. Y él tan pichi, que está hasta el colodrillo de investigaciones enrevesadas. Sin embargo, otra llamada, esta no tan equivocada, aunque igualmente enigmática, le dará una de vuelta de tuerca al asunto.

No les cuento más. Sean o no sean lectores de Camilleri y seguidores de Montalbano, les recomiendo que lean ‘Riccardino’, una novela diferente y a contracorriente. Muy metaliteraria. Y monumento ya al agente Catarella, uno de los tempestuosos secundarios. Cuando las cosas vayan mal, su entrada en escena siempre conseguirá… que empeoren. ¿O es al contrario?  

Jesús Lens

Sergio García está está en línea

Permítanme el apropiacionismo desde el principio. Hablemos de nuestro Sergio García, flamante Premio Nacional de Ilustración 2022 que tiene en cartel una prodigiosa exposición en el Hospital Real, comisariada por Ricardo Anguita. ¿La han visto? Es alucinante, en el sentido literal del término. Fantástica, deslumbrante, estupefaciente, imponente y mareante. Y me quedo corto.

Sigo a Sergio desde hace años. Había flipado con aquel despiporre de ‘Viñetas desbordadas’ en el Centro Guerrero y caí a sus pies con la pieza central de ‘Rueda de reconocimiento. Huellas del noir en el cómic granadino’, desmadejada sobre el suelo de La Madraza en aquella exposición que produjimos al alimón entre la UGR y Granada Noir.

Aun así, por mucho que hayas visto su obra en directo o a través de las redes, no estás preparado para esa salvajada que es ‘En línea’, la magna retrospectiva de la obra de Sergio García. Si todavía no la han visto, ya tardan en soltar el periódico o apagar el móvil para salir corriendo camino del Hospital Real.

Cuando ustedes se sitúen frente a ‘Guerra’, una de las piezas centrales de la muestra, tienen varias opciones. Echarle un vistazo rápido y general, o concentrarse en cada uno de los 33 paneles que conforman una majestuosa obra del tamaño del ‘Guernica’ de Picasso. Cuenta una historia conformada por otras mil y una microhistorias. Y ahí están desde las figuras inequívocamente picassianas al Saturno que devora a sus hijos, entre otras muchas referencias históricas, literarias y culturales.

 

Si van con tiempo, miren el vídeo. Comenta Sergio que si en algo le insiste a su alumnado de Bellas Artes es en que amplíen lo máximo posible su espectro cultural. Cuanto más sepan de diferentes disciplinas, más se enriquecerá su obra. Eso, y que no le cuenten películas. Si una imagen no se explica por sí misma y necesita de un abigarrado discurso para hacerse comprensible, es que no funciona.

Coincide con lo que me decía Diego Guerrero, el biestrellado cocinero Michelin que el pasado jueves recibía el Premio Luis Oruezábal en Chikito: quiere hacer cine, pero no necesariamente gastronómico. Le gusta impregnarse de otros lenguajes y practicar disciplinas artísticas como el dibujo, la pintura y la fotografía. Todo ello acaba redundando en beneficio de su arte culinario, también. 

Adelanto exclusivo del work in progress con Antonio Altarriba. Du Congo

Y si ven la exposición dedicada a Vicente Escudero en el Centro Lorca descubrirán a un bailarín que enriquecía su arte a partir de disciplinas como la escultura. También dibujaba y su colaboración con otro ‘nuestro’, nuestro Val del Omar, deparó ‘Fuego en Castilla’, una película mítica, mística e igualmente estupefaciente. ¡Vivan el mestizaje cultural y el choque creativo entre diferentes disciplinas! Y vuelen a ver la exposición de Sergio. De nada.

Jesús Lens

‘Galerna’ y ‘La mala mar’ en Granada Noir

Hay veces en que la casualidad nos permite jugar a las palabras encadenadas. Pasará en Granada Noir, el festival patrocinado por Cervezas Alhambra, el próximo sábado 19 de noviembre. Ese día se presentarán dos novelas, ‘Galerna’ y ‘Mala mar’. ¿Es o no es curioso?

En ‘Galerna’, publicada por Duomo Editorial, Peru Cámara se marca un tour de force de órdago, comprimiendo toda la acción de sus adictivas 350 páginas en una sola noche. Se lo he contado otras veces. Adoro esas historias que se desarrollan en un puñado de horas. Como ejemplo paradigmático, la gloriosa ‘After Hours’, película de Martin Scorsese insensatamente traducida al castellano como ‘Jo, ¡qué noche!’. Si no la han visto, ya tardan.

Para nochecita toledana, aunque transcurra en Donosti, la de Aitor, un novato forense al que le toca el marrón de acudir a un levantamiento de cadáver en el mítico Peine del Viento a la caída de una tarde amenazada por una devastadora galerna. La Ertzaintza tiene bastante claro que ha sido un accidente: la tormenta, el mar embravecido, el cuerpo golpeado contra las rocas… Pero hay un detalle, minúsculo, que hará dudar al joven aunque sobradamente preparado forense. Con la complicidad de un veterano policía y la aparición en escena de una concienzuda bióloga marina, ya tenemos el cóctel perfecto para iniciar el viaje al final de una noche de tormenta, no solo meteorológica. 

Una San Sebastián prácticamente desierta será un personaje más de la narración, y no solo un marco incomparable. ¡Acción, acción, acción! Y ritmo a raudales en ‘Galerna’, cuyo autor tiene mucho que contar sobre el contenido y el continente, la estructura y los personajes de una de las novelas con las que mejor me lo he pasado este año. 

Y con ello entramos en ‘Mala mar’, de Javier Rovira, publicada en la Serie Negra de RBA. En este caso estamos en Llanes, donde la familia Salcedo planea reunirse en la vieja casona familiar para celebrar el cumpleaños de la matriarca. “Me llamo Tomás Salcedo —se repite una y otra vez—, me llamo Tomás Salcedo y acabo de matar a mi hermana”. Así comienza una narración de 330 páginas con escenarios muy diferentes, personajes muy distintos y todo un viaje en el tiempo. 

Hacía tiempo que no leía una novela tallada a golpe de tesela para alumbrar un rico y abigarrado mosaico en el que cada pieza, primorosamente engarzada, ofrece un resultado deslumbrante. Una novela de las que te invitan a volver atrás y releer algunos pasajes para no perder ripio ni detalle. 

¿Quiénes son los Salcedo y por qué son como son? Descubriremos a Tomás, del que ya sabemos que ha matado a su hermana Mariana cuando el coche que ha aparcado en lo alto de una colina, sin accionar el freno de mano, se desliza montaña abajo y aplasta a la pobre mujer. También conoceremos a Ángela, una conocida y apreciada violonchelista; y a Leo, todo un pieza. Son los hermanos protagonistas de una historia que incluye a otros muchos personajes, necesarios para tejer ese tapiz del que hablábamos antes.

‘Mala mar’ es una novela río, una saga familiar en la que cualquier otro autor habría invertido 600 o 700 páginas sin que le temblara el pulso. Javier Rovira ha hecho un exquisito trabajo de depuración para contar un pedazo de historia en la mitad de espacio. Algo que es muy de agradecer en estos tiempos de excesos literarios que nos han tocado vivir. Pónganse en sus manos para conocer a los Salcedo y emprendan con él un viaje que arranca en las postrimerías de la dictadura y que llega al aquí y al ahora más rabiosamente actuales.

Jesús Lens