Ahora que hay tanto ruido en el ambiente, fruto del caos provocado por la tensión permanente de este continuo sinvivir, me acuerdo de los Paseos Sonoros por miradores de Granada presentados a comienzos de septiembre.
¿Se acuerdan de la polémica por las máquinas que, en los miradores, iban a reproducir sonidos y olores típicos de la ciudad? Pues olvídenla. Aquello fue una metedura de pata del delegado de Turismo que es mejor olvidar.
La idea es mucho más sencilla. Y bonita. Impulsada por Manuel Olivares, concejal de Turismo, cuenta con el aval y la colaboración de la UGR y de la ONCE. ¿En qué consiste Soundscape Granada? En captar y transmitir los sonidos de nuestra ciudad. Los auténticos. Los que se escuchaban cuando algunos de los miradores más señeros de nuestra ciudad estaban vacíos durante el confinamiento, por ejemplo.
Durante aquellas semanas, a un grupo de investigadores de la UGR se les permitió desplazarse a diversos puntos de especial relevancia turística de Granada, del Mirador de San Nicolás a la Placeta de Carvajales. Con equipos de última generación, grabaron cómo ‘sonaban’ sin el bulli bulli habitual de cada día.
Autenticidad, o sea. Paz, relax y la naturaleza urbana dejándose sentir. El sonido del silencio que cantaran Simon & Garfunkel. Porque el sonido tiene voz. Y en Granada, puede ser bonita. Cuando se deja escuchar.
De cara al próximo Puente de Todos los Santos, y dado que la esperada y cacareada Junta Local de Seguridad del pasado miércoles se saldó con ninguna medida y una llamada a la responsabilidad de la ciudadanía; molaría mucho poder quedarse en casa y conectarse a través de YouTube a las panorámicas de nuestros miradores, escuchando ese silencio.
O que lo haga TG7, por ejemplo. Que pinche la señal y deje un plano fijo de una hora con la perspectiva de cada mirador, escuchando nada más que a los pajarillos, el rumor del viento entre las hojas de los árboles o el suave deslizar de las aguas del Darro. Sería algo parecido a la Slow TV que tanto éxito empieza a tener.
Busquen, busquen lo de las cuatro horas de renqueante viaje en tren entre Zaragoza y Canfranc a través del los Pirineos, retransmitidas en prime time por la televisión autonómica de Aragón. Sin montaje. Sin efectos de sonido. Sin música. Sin dramatización. Sin voces en off. Una cámara anclada en la parte de delante del tren, como si fuera los ojos del maquinista, y el camino por delante.
Jesús Lens