Las imágenes de las calles de Puebla de Don Fadrique, completamente vacías, son el espejo en el que tendremos que mirarnos en los próximos meses. Y el ejemplo de su alcalde, Mariano García Castillo, el que deberían seguir sus homólogos de otros Ayuntamientos cuando se enfrenten a los inevitables rebrotes de coronavirus.
Salvo que la situación vuelva a descontrolarse total y absolutamente, pienso que no volverán los confinamientos masivos y generalizados. Ahora les va a tocar a las comunidades autónomas gestionar la pandemia y, sin Estado de Alarma, decretar cerrojazos totales será harto complicado. Ya vieron lo que pasó en Barcelona: la Generalitat pidió a los ciudadanos que se quedaran en casa y lo primero que hizo un buen número de ellos fue coger el coche para irse a la playa.
El marrón se lo van a comer, por tanto, los alcaldes. Y los directores de colegios e institutos. Así lo ha señalado Javier Imbroda, el consejero de Educación de la Junta: “habrá que adaptar las directrices sanitarias a la realidad de cada centro educativo” ya que hay una gran casuística y una dispar tipología de centros en Andalucía.
De la rapidez de reflejos de los alcaldes y responsables de las diferentes instituciones con mando en plaza dependerá el control más o menos rápido de los brotes. También serán básicas su credibilidad y capacidad de influencia en los ciudadanos.
En ese sentido, hay que destacar lo del alcalde de Puebla de Don Fadrique o el caso de Leandro Martín en Vegas del Genil, informando en tiempo real a través de Facebook. Grabó vídeos en primera persona y predicó con el ejemplo, confinándose él mismo tras el brote del tanatorio de Santa Fe, a pesar de dar negativo en el test.
Y estamos usted y yo, claro. Los ciudadanos. De nosotros depende llevar la mascarilla, sacar codos y mantener las distancias, reprimir los abrazos y arrumacos y no apelotonarnos en espacios cerrados. Sobre nuestros hombros recaerá la responsabilidad de limitar nuestra movilidad o autoconfinarnos si la situación así lo demanda. También la de descargar y usar con diligencia la App Radar COVID en nuestro móvil.
En los próximos meses vamos a depender mucho menos de Sánchez y Simón que de nosotros mismos y de las instituciones y personas más cercanas. Ya sabemos qué debemos y qué no debemos hacer. Ser cumplidores o ir por libre, creyéndonos más chulos que un ocho, es cosa nuestra.
Jesús Lens