Fue Juan Varo el primero en dar la voz de alarma: ‘Pulp’, el cómic más reciente de esa pareja de baile conformada por Ed Brubaker y Sean Phillips, es de lectura obligatoria para los amantes del género negro y del western. imprescindible para los enamorados del western noir, uno de los géneros mestizos y bastardos más excitantes del siglo XXI.
Después llegó el turno de los premios Eisner de este año. ‘Pulp’ se alzó con el galardón al Mejor Álbum, nada menos, además de estar nominado al Mejor Guion. Palabras mayores. ¿Estaría su lectura a la altura de las expectativas, que eran altísimas? Sí. Y rebasadas. ‘Pulp’ es un álbum para devorar de forma atropellada, ansiosa y compulsiva en una primera lectura y para volver sobre él más tarde de una forma más pausada, contemplativa y reflexiva.
Como buena historia policíaca que es, ‘Pulp’ me atrapó desde su primera página y ya no me soltó hasta llegar a la última, del tirón. Tampoco es un esfuerzo homérico, que son 72 páginas, ¡pero qué 72 páginas! Canela en rama. Oro molido. Al terminar, volví al principio para ir repasando las viñetas, algunas de ellas espectaculares, como buen western que es. Paisajes, duelos y persecuciones a caballo. Callejones oscuros, bares y garitos. Whisky. Mucho whisky. Y tiros. Ensaladas de tiros.
Sería un ejercicio estupendo dedicarse a repasar la cantidad de influencias que el lector avezado y el buen cinéfilo puede encontrar en ‘Pulp’, una obra de aluvión metaliteraria y metacinematográfica que bebe de muchas fuentes. Sin ánimo de ser prolijos, ahí están ‘Liberty Valance’, ‘Grupo salvaje’ y ‘Sin perdón’, tres de las cumbres del western más osado y rompedor. Y Hammett, por supuesto. Hay mucho de Dashiell Hammett en el personaje de Max, protagonista del tebeo.
Ahora toca hablar del argumento. Si con lo leído hasta aquí se va a animar a leer ‘Pulp’, estimado lector, sáltese los dos próximos párrafos. Aunque no haré spoilers, siempre es mejor enfrentarse virgen total a una lectura que nos han recomendado. Y esta, pongo la mano en el fuego, no decepcionará a los amantes del western noir.
Max Winters es un veterano autor de pulps que vive en la Nueva York de los años 30 del siglo pasado, en plena Gran Depresión, escribiendo novelas del Oeste. Más que en el otoño de su existencia, ya ha entrado en el invierno, como bien apunta su apellido. Por eso sufrirá un infarto. Y empezará a ver las cosas de diferente manera. Max sabe bien de lo que escribe dado que él mismo tuvo sus correrías por el Far West en sus años mozos. Y, aunque trata de imprimirle realismo a su obra, su editor no quiere saber nada de ‘moderneces’, pidiéndole que se ciña a lo que los lectores esperan leer.
En aquella Nueva York empiezan a pulular grupúsculos de simpatizantes de los nazis. En Europa aún no se ha desencadenado la II Guerra Mundial, pero Hitler y su partido nacional socialista ya anda haciendo de las suyas. Y ahí entra el liza un antiguo detective de la Pinkerton…
En el origen de este tebeo está un trágico accidente sufrido por Brubaker, que casi se ahogó en el mar. Arrastrado por las aguas embravecidas, batalló media hora contra la corriente hasta que fue salvado por un chaval. Lo siguiente que escribió fue ‘Pulp’, muy influido por el miedo a la muerte y la vulnerabilidad del ser humano.
Y ojo al contraste cromático: la parte de Nueva York presenta tonalidades frías, azules y grises. La del Oeste, vivos naranjas y amarillos fuertes, que el trabajo de Jacob Phillips al color también es esencial. Amantes del western y del noir, háganse con ‘Pulp’, un cómic capital.
Jesús Lens