De vez en cuando, algún conocido me pregunta si me sobra una entrada para el partido de turno del Covirán Fundación CeBé Granada. ¿Sobrarme? ¿Cómo me va a sobrar una entrada? Yo, lo que tengo, es mi carné de socio. En primera fila. Que para algo fuimos mi Cuate Pepe y yo a las oficinas del club nada más abrirse el plazo. Para sacar los mejores abonos de temporada posibles.
En realidad, cuando alguien pregunta lo de si te sobra una entrada, lo que quiere saber es si le puedes colar de alguna manera, dándole igual el cómo. Además de presuponer que tú entras gratis, por supuesto.
Pues no, mire usted. ¡No! No me sobra ninguna entrada. Ni entro gratis al baloncesto. ¡Es que ni se me ocurre hacerlo! Porque no me parece ético ni moral. Y es que, como aficionado al deporte de la canasta, quiero ver al mejor equipo posible. Y eso, cuesta. Dinero. Pasta. Parné. ¡El rukiki!
Y sí. Está muy bien que pongan dinero las instituciones y los patrocinadores. Y las familias de los chavales de la cantera. Pero, tener o no tener un buen equipo de baloncesto, también es responsabilidad de los aficionados.
En el mismo sentido, como amante del jazz, soy miembro de Ool Ya Koo, una combativa asociación que lleva tres años programando jazz en vivo en el Club Magic de la Plaza de Toros, todas las semanas.
Las subvenciones, ayudas y contribuciones están muy bien. Pero los proyectos, para convertirse en una feliz realidad, sostenible y perdurable, necesitan del apoyo de la gente. De la Sociedad Civil, que le dicen. Los socios, mecenas y crowdfunders aportan fondos. Los voluntarios, esfuerzo, tiempo y dedicación. Los amigos, apoyo moral y asistencial. Los seguidores internautas, difusión y ruido mediático.
Todos ellos hacen falta, resultando imprescindible y necesario su concurso. Pero, sobre todo, se necesitan espectadores. Gente que dedique tiempo y dinero a disfrutar de la programación cultural, deportiva, artística e intelectual. El Festival de Música y Danza, por ejemplo, es lo que es por el apoyo que tiene entre la ciudadanía, con llenos casi absolutos en cada una de sus propuestas.
Sí. Son tiempos duros. Pero las aficiones cuestan. Y para mantener vivos a nuestros equipos deportivos favoritos o a los festivales que más nos gustan, hay que rascarse el bolsillo. ¡Es lo que hay!
Jesús Lens