Hay datos que, cuando te los echas a la cara, explican muchas cosas. Por ejemplo, que en Granada sólo haya 3.500 plazas en colegios mayores y residencias universitarias regladas para una población universitaria de 46.000 alumnos de grado, de los que el 55% son de fuera. Mas otros 4.000 estudiantes internacionales. Foráneos, o sea. (AQUÍ la información completa)
Que haya únicamente 3.500 plazas para más de 25.000 estudiantes es una ratio tan ridícula que, paradójicamente, ha deparado un nicho de negocio. Negocio para grandes fondos de inversión como Amro Real Estate Partners Limited, por ejemplo, tal y como nos contó Mercedes Navarrete hace unos días: Amro está remodelando el colegio mayor Loyola para convertirlo en una residencia de calidad con 354 plazas (Leer AQUÍ).
¡Qué pobretica es Granada! Qué corta de miras y qué cutre puede llegar a ser. ¿No hay músculo, no lo ha habido en los últimos años, para entrar en un negocio que beneficia a un montón de personas y que genera empleo más allá de la construcción? Lo dice Luis González, teniente de alcalde de Economía del Ayuntamiento: “es menos especulativo que la construcción de vivienda libre y de VPO y más rentable a medio plazo”.
¡Ay, el medio plazo, enfrentado al pelotazo, al aquí que pillo, aquí te mato tan propio de una mentalidad empresarial trasnochada que, sin embargo, sigue vivita y coleando!
Tener buenos colegios mayores y residencias universitarias prestigia a una ciudad y, además de generar negocio y rentabilidad económica constantes, son focos culturales que benefician tanto a sus alumnos y residentes como, por extensión, al resto de la ciudadanía. Busquen la programación del Bartolo, del Albaycín o del Cisneros, por ejemplo. Y la parte deportiva, que los colegios mayores también fomentan la práctica de deportes tan vinculados a la universidad como el rugby.
Llegamos tarde a este negocio. Como a todos, por otra parte. Ahora que los alquileres se están poniendo por las nubes y la gentrificación de los barrios históricos es un hecho; ahora que interesa más tener alquileres turísticos que alojar a los estudiantes, encontrar plaza en un colegio mayor o residencia es misión imposible.
Jesús Lens