– ¿Cómo que la dejas?
– Lo siento, pero la presión ya es insoportable. No puedo más.
– ¿Y la abandonas, así, sin más?
– ¿Sin más? ¿Pero tú has visto cómo se ha puesto?
– Tampoco es para tanto…
– ¡Eso lo dices tú, que no tienes que acostarte con ella todas las noches, con el riesgo de despertarte por la mañana, asfixiado!
– Mira que eres exagerado… ¿Y no has intentado ponerla a dieta?
– ¡Lo he probado todo! Joder, ¡si la Dukan ha sido lo más liviano que he hecho con ella! Pero no hay forma. Una vez empezó a coger kilos, ya no hubo quién la parara.
– ¡Con lo que te costó llegar hasta ella! Me parece increíble que vayas a tirar la toalla…
– ¡Qué me vas a contar! Pero de verdad que ya no puedo más. La situación es insostenible. Porque, además de engordar hasta el delirio, la muy ladina no hace sino meterme presión. Se ha vuelto insaciable y no deja de pedir candela. Más y más. Y mira cómo me estoy quedando…
– La verdad que sí. Que estás muy desmejorado, encanecido y venido a menos. ¿Y no has pedido ayuda?
– ¡Coño que no! Estoy más pesado que Gary Cooper en “Solo ante el peligro”, pero no hay nada que hacer. Me han recomendado todo tipo de dietas, pero han resultado un fracaso. ¡Y lo que desgastan! A cada nueva probatura; más malestar, más disgustos, broncas y complicaciones.
– Lo mismo deberías haber buscado soluciones más drásticas…
– ¡Hasta en una clínica la interné, una temporada! Y lo cierto es que, aunque me costó un ojo de la cara, la cosa pareció resultar. Al menos, en principio. El caso es que salió más tiposilla y de mejor humor. Pero poco dura la alegría en casa del pobre: el efecto rebote fue aun peor y, al poco tiempo, estaba más gorda que nunca. Y más exigente, insoportable. Y más insaciable.
– Pues, colega, no sé qué decirte… Quizá en el extranjero…
– ¡Que no! Que no puedo más. Que si a perro flaco todo son pulgas, a perra gorda todo son garrapatas. Ahora que su elefantiasis prácticamente la tiene inmovilizada, su madre se pega un batacazo de cojones y se quiebra una pierna.
– ¿Y el padre?
– Que se le ha terminado el tabaco, dice…
– ¡Joder! Pues sí que pinta chunga la cosa, amigo. No sé qué decirte, la verdad. Solo se me ocurre…
– …hablar con su hermano.
– Efectivamente.
– Y pedirle que se haga cargo de ella.De forma indefinida.
– O sea que, efectivamente, se acabó. Porque, si no me equivoco, de lo que estamos hablando es de abandonar, de una vez por todas. De dejarlo definitivamente. De solicitar a su hermano…
– …un rescate total y absoluto. E incondicional. De darle las llaves de la casa, hacer la maleta y salir zumbando.
– Manda huevos. Ya sabíamos que tu Prima estaba buena y que tú tenías tremenda ilusión. Pero también sabías que entrañaba un enorme riesgo.
– ¡Qué me vas a contar! Máximo riesgo. E ilimitada ilusión. Pero mira lo poco que me ha durado. En fin.
– En fin…
Jesús Lens