El pasado viernes, tras la presentación de su imprescindible novela “Yo pude salvar a Lorca”, paseaba con el periodista Víctor Amela por Granada. Nos acompañaba Marta, también periodista, que ha trabajado mucho tiempo en el sector de los viajes y el turismo.
Andábamos por el Centro, camino del concierto de la artista Argentina que, perdonen el inciso… ¡menuda barbaridad de espectáculo ofreció en el Teatro CajaGranada! Yo, que soy más pelícano que flamenco, me encontré varias veces noqueado por su arte, aplastado contra el asiento.
Pero volvamos a nuestro paseo. Transitábamos por el Centro Artístico, el Chikito y la Acera del Casino y les explicaba a Marta y a Víctor que allí se hacían los Títeres de la Cachiporra que allá se celebraba la tertulia del Rinconcillo y que acullá era donde -más o menos- vivía la familia Lorca. Y me preguntaban, extrañados: ¿y por qué no hay una sola referencia visible a todo eso en ninguna de las fachadas? ¿Cómo no existe una ruta señalizada sobre los lugares lorquianos, en Granada?
De este tema les he hablado ya en más ocasiones. Del respeto que en otras ciudades, en otros países de mundo, se tiene por sus celebridades artísticas y culturales. Y del rendimiento económico que les sacan, también.
Aquí no. Aquí nos planteamos dedicar un museo a la Semana Santa mientras la Orquesta Ciudad de Granada agoniza, como decíamos ayer, y no somos capaces de señalizar los lugares más representativos de uno de los grandes genios de la literatura universal.
Y no parece muy costoso, la verdad. Una vez hecha la catalogación -está en la web de Granadatur- bastarían unas placas en las fachadas, una App, un poquito de realidad aumentada, una web…
De entre todas las etiquetas que hemos ido atesorando en estos últimos años, la de “Granada, tierra de Federico García Lorca”, no tardaría en hacerse mundialmente famosa, conocida y reconocida. Viral, trending topic y la caña en Instagram. Cambien “tierra” por “provincia”, “ciudad” o lo que les de la gana… ¡pero hagamos algo!
Quedan cinco meses para las elecciones municipales. Al PP no se le ocurrió, que estaba en otras cosas de más valor. Al PSOE de antaño tampoco, que estaba en las suyas. ¿Dará lugar el equipo de Francisco Cuenca a terminar su mandato sin haber hecho algo tan necesario y perdurable, tan sencillo y memorable?
Jesús Lens