Cuando ustedes lean “Sacrificio”, la novela de Román Piña que ha publicado la editorial Salto de Página, van a encontrar una feliz mixtura de géneros que mete en la coctelera el género negro y la comedia, con unos toques de costumbrismo y crítica social aderezados con vitriolo y ácido sulfúrico. Y sarcástico.
Fíjense que he dicho “cuando ustedes lean” y no “si ustedes leen”. Porque ustedes, lectores inteligentes, modernos -que no post- y contemporáneos, deben leer una novela corta en cuanto a continente, 120 páginas de letra legible por un cuarentón, pero larga y profunda en cuanto a contenido.
Y es que la realidad que nos rodea tiene mucho contenido literario, a nada que nos fijemos. Y Román Piña se fija. ¡Vaya si se fija!
La autoayuda, por ejemplo.
¿No estáis hartos de tanto coñazo buenrollista sobre las bondades de la vida, incluidos esos golpes cabrones que se empeña en darnos, una y otra vez? Que has tenido un mal encuentro y te han roto la cara… ¡sonríe! Alguna lección positiva habrás aprendido. ¿Qué te tienes que apuntar a Full Contac, por ejemplo?
¿Qué te han despedido del curro? ¡Sonríe! Ahora puedes convertirte en el emprendedor que siempre quisiste ser… Y es tener una nómina y el alta en la Seguridad Social era un lastre, ¿verdad? Y todo así.
Partiendo del secuestro de un famoso gurú del buen rollo al que todo buen lector sabrá reconocer desde el principio, “Sacrificio” nos cuenta una historia delirante, pero muy apegada a la realidad, sobre el mundo editorial y uno de esos fenómenos mediáticos que lo peta, en formato libro y el formato televisión.
Una historia con detective, como hemos dicho. Y con editores. Uno de esos editores puristas que sufren una (aparatosa) caída del caballo y ven la luz.
Y está el fenómeno. Horacio Topp. El fenómeno mediático. Que es secuestrado. Y al que es preciso encontrar. En Mallorca, la tierra de Román Piña, que tan bien conoce y tan bien describe.
En “Sacrificio” hay mujeres buenas. Y malas. Sueños por alcanzar. Y sueños rotos. Gente rara. Pero real.
Hay drama. Pero con risas. Y risas, pero trufadas de lágrimas. Y hay venganzas. ¡Ay, las venganzas!
Porque la realidad es así: absurda, extraña, tragicómica. Y Román Piña la ha convertido en el material literario del que están hechas las buenas novelas contemporáneas.
Jesús Lens