Las revoluciones se producen en los callejones sin salida.
Bertolt Brecht
De repente, la salida.
Todo son salidas, de un tiempo a esta parte. O amenazas de. Empezando por la de Grecia.
¡Cuántas mañanas nos hemos levantado, al borde del abismo! El sonido del despertador (eufemismo, porque en la mayoría de los casos, es el móvil el que también nos arranca de lo mejor de los sueños) nos lleva a encender la radio y, ¡directos al apocalipsis!
Es posible que, esta vez sí, Grecia esté abocada al colapso, a salir del euro e, ingobernada e ingobernable, a sumirse definitivamente en el caos. El escenario es de pesadilla pero tantas veces anunciado, empezamos a sentir la irresistible tentación de saltar al vacío.
Cualquiera que haya estado en la cima de una montaña, lo sabe: la llamada del abismo.
Y ahí estamos. Grecia y la salida del Euro. El desempleo y la salida de los trabajadores de las empresas. La crisis y la salida de ciudadanos europeos hacia América Latina.
Increíble, pero cierto.
¡Qué tiempos, en los que salir era sinónimo de marcha y fiesta; de viaje y placer!
Habría que preguntarse, también, por qué Salida es Exit, en inglés. Nada que ver con el éxito, ¿verdad? Esos Falsos Amigos en las traducciones aceleradas…
Aunque me gusta la frase de B. Brecht con que abríamos estas reflexiones de salida, creo que es un buen momento para recuperar el poder reflexivo de la mística.
Esa mística tan española que podemos personificar en Santa Teresa de Jesús:
¡Ay que larga es esta vida!
¡qué duros estos destierros!
¡esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero,
que me muero porque no muero.
Por todo ello y llegado el caso… ¡Feliz salida, Gente!
Jesús permaneciente (de momento) Lens