El sábado hice una escapada de ida y vuelta a Málaga, que ya saben lo que me gusta esa ciudad. Tres objetivos llevaba: callejear, pasar por la librería de viajes Mapas y Compañía y encontrar hueco en La Cosmopolita, uno de los restaurantes que más suenan.
Siempre he defendido que un libro es un pasaporte hacia otros mundos, por lo que una librería especializada en viajes cumple doblemente con esa misión. Mapas, brújulas, relojes de arena, diarios de viajes, figuras de Tintin, maquetas de aviones y esferas terrestres le confieren una personalidad especial a una librería mágica.
Aproveché para llevarme un exquisito Sketchbook con dibujos de diferentes estampas malacitanas, de Luis Ruiz Padrón. Es una excitante guía de viajes que te permite adentrarte en el alma de la ciudad. ¡Qué bien le vendría a Granada un libro por el estilo! He encontrado algo parecido sobre la Alhambra, pero nuestros Gabriel Hernández Walta y/o Joaquín López Cruces podían darnos un alegrón haciendo algo urbano y contemporáneo, que sus apuntes paisajísticos del natural son una gozada.
Vagabundear, callejear… buena parte del centro histórico de Málaga es peatonal y puedes pasar horas caminando despreocupadamente. Es una gozada. Como nuestro eje Alhóndiga, Mesones y Bib-Rambla, pero a lo bestia.
¿Y los museos? A la espera de la inauguración de la muestra dedicada a las fotografías de Brassäi sobre París en el Museo Picasso, pasé por el vanguardista CAC. Y me acordé de que hay una sucursal del Hermitage poco menos que en subasta pública, después de la renuncia de Barcelona a acogerlo.
Sevilla está echando sus cuentas y en la competencia también andan Madrid, Lisboa y Valencia. ¿Se postulará Málaga o se dará por satisfecha con el Pompidou y el Museo Ruso? Granada no está en esa ecuación, lo que no es ni bueno ni malo, sino todo lo contrario.
No hay como salir por ahí fuera para mirar hacia dentro y pensar desde la distancia en las cosas de casa.
Jesús Lens