Según la ONU, el número de personas en pobreza extrema ha caído por debajo del 10%, por primera vez desde hace muchos años. Aun así y por desgracia, son varios cientos de millones de personas las que sufren y padecen en la Tierra, cada día. Mientras, las últimas noticias nos dicen que el huracán Joaquín ha golpeado a las Bahamas, pero que ha perdido intensidad. Y, a la vez, yo estoy viendo la posibilidad de sacar un billete de avión de Málaga a Estambul… siempre que lo encuentre por menos de 75 euros.
Hace unos días, cuando las primeras páginas de todos los periódicos abrieron con la noticia del descubrimiento de agua en Marte, las Redes Sociales se llenaron de concienciadas críticas a la millonaria inversión de dinero realizada en semejantes marcianadas: teniendo en cuenta que en la Tierra mueren de hambre miles de personas cada año, ¿qué se nos ha perdido en Marte?
Y, claro, al ver las imágenes de los vientres hinchados de los niños de África, sentimos una punzada de indignación. ¡No a las marcianadas! ¡Quitemos el dinero a la NASA! ¡Acabemos con la Estación Espacial Internacional! ¡Cortemos de raíz los fondos dedicados a unas investigaciones que, en realidad, no nos llevan a ninguna parte! Quizá, en el futuro, a Marte. Pero ¿a quién le importa Marte? Y, de esa manera, sentimos nuestra conciencia mucho más tranquila.
Inmediatamente después, eso sí, pondremos la tele y querremos tener las noticias más actualizadas sobre ese tal Joaquín, que llegó a amenazar con acercarse a España y Portugal. Y, de paso, veremos la información meteorológica, a ver qué tiempo va a hacer el fin de semana y decidir si bajamos o no a la playa. Y, por supuesto, si hace malo, querremos tumbarnos en el sofá a ver en directo todos los partidos de fútbol del mundo mundial, incluidos los de la excitante liga neozelandesa. Además, y como estamos preparando una escapada para el Puente, tenemos que buscar una buena tarifa de avión, que hay que ver cómo están los billetes… ¡por las nubes!
Y nos pensamos que todo eso lo tenemos a nuestro alcance por arte de magia. O de birlibirloque. Como si las comunicaciones vía satélite y la popularización y abaratamiento de la aviación comercial (por poner solo dos ejemplos) fueran algo que el hombre descubrió un buen día, por casualidad. Uno de esos días en que se despertó creativo e ingenioso y se puso a ello. Que ya se sabe: Newton dio con la teoría de la gravitación universal porque una tarde, descabezando un sueñecito debajo de un árbol, le cayó una manzana en la cabeza; que si no…
Circula por Internet un chiste en el que un tipo le afea a otro que se gaste tanto dinero en fumar. Le hace las cuentas de lo que lleva invertido en tabaco y concluye que, de no haber caído en tan insano vicio, a esas alturas de su vida podría tener un Ferrari. La respuesta no se hace esperar:
– Tú ni fumas ni has fumado en tu vida, ¿verdad?
– No.
– ¿Y tu Ferrari? Enséñame el Ferrari.
– No verás, es que…
– Ni es que ni pollas ¡Qué dónde está tu jodido Ferrari!
¿Qué nos hace pensar que, si cortamos de raíz todos los programas de investigación sobre Marte, vamos a terminar con el hambre en el mundo? Se calcula que, con invertir el 0,3% del PIB mundial de forma consciente, para 2030 se habría erradicado la pobreza extrema en la Tierra.
267.000 millones dólares anuales. ¿De dónde sacarlos? Pues, por ejemplo, del presupuesto que dedicamos a la pamplina ésa de las marcianadas. ¿Por qué no?
Aunque, ya puestos a recortar en actividades no realmente básicas para el ser humano, habría que ampliar el espectro de disciplinas a las que cerrar el grifo. El fútbol, por ejemplo. Y todo el deporte-espectáculo en su conjunto. ¡Se acabó! ¿Quién necesita ver a veintidós tíos en calzoncillos persiguiendo un balón? ¿Y Gran Hermano? ¿Es necesario Gran Hermano? El que haya alcanzado su edición número 16 podría hacernos pensar que tiene sus seguidores, pero da igual. No es indispensable. Ni él, ni los Alcántara. ¡Ni siquiera Wyoming, Pastor o Évole, con lo sarcásticos que son!
Una vez clausuradas las teles, y dado que no habrá más Masterchef, habrá que cortar nuestro desaforado gasto en gastrochuminás, terracitas, bares y locales de copas. Solo en España nos gastamos cerca de 40.000 millones de euros al año en este concepto. ¿No resulta vergonzoso, habiendo tanta gente que se muere de hambre?
Y así podríamos seguir. Hasta el infinito y más allá. Pero vamos a quedarnos más cerca. En Santa Fe. ¡Ay, aquel 17 de abril de 1492, cuando los Reyes Católicos y Colón firmaron las Capitulaciones que permitieron la financiación del viaje de Cristóbal a las Indias! ¡Ay, Cristobícal, qué pesadito con la expedición de las narices! Con las penurias que pasaba la gente en la España de la época, desgarrada por siglos y siglos de guerra contra los infieles, ¿qué necesidad había de soltar la morterada que costó fletar a la Pinta, la Niña y la Santa María?
Vivimos en el siglo XXI. Vivimos en un mundo complejo, desigual y lleno de injusticias y contradicciones. Tenemos muchos frentes abiertos y cuestiones por resolver. Y, precisamente por eso, a las personas que hemos tenido la suerte de vivir, estudiar y formarnos en los países desarrollados del primer mundo; habría que exigirnos un poco esfuerzo, análisis y reflexión a la hora de exponer nuestras tesis y argumentos.
Muy al contrario y por desgracia, parece que cuantas más herramientas tenemos a nuestro alcance para saber, conocer y divulgar, más simples, perezosos y desganados se vuelven nuestros procesos mentales.
Jesús Lens