Las tres palancas que mueven el universo del crimen son dinero, poder y sexo. A partir de ahí, se admiten mil y una derivadas: codicia, envidia, celos, lujuria…
Historias policíacas con el poder y el dinero como motor de la acción las hay por miles. Lo del sexo, sin embargo, cuesta más trabajo de asumir. Y a este tema dedico hoy El Rincón Oscuro, la sección semanal que IDEAL dedica a la cultura Noir.
Hoy por hoy, el personaje de la mujer fatal forma parte de la mitología del cine y la literatura en blanco y negro, perteneciendo a una época en que los personajes podían fumar libremente en los clubes de jazz y el humo de los cigarrillos contribuía a darle atmósfera al ambiente.
Así, un novelista como James M. Cain, a quien debemos clásicos como “Doble indemnización”, adaptada al cine como “Perdición” por Billy Wilder; o “El cartero siempre llama dos veces” es una rara avis en el mundo del género negro, gracias a sus poderosísimos, fríos y enigmáticos personajes femeninos. Un cliché que ha perdurado más en el cine, gracias a películas como “Fuego en el cuerpo” o “La última seducción”, que en la propia literatura. Y es que una cosa es ver en pantalla a Kathleen Turner o Linda Fiorentino y otra muy diferente es imaginarlas a través de la lectura.
Por todo ello, en el siglo XXI cuesta trabajo encontrar buenas historias en las que el sexo sea el auténtico protagonista de la narración. De ahí el estruendoso alborozo con el que los lectores hemos acogido la publicación de “Obscena. Trece relatos pornocriminales”, editada por la muy valiente Alrevés y de cuya coordinación se ha encargado el escritor Juan Ramón Biedma.
“Casi invariablemente, la pornografía escrita se nos presenta bajo la forma de burdas historietas que, incluso más allá de su propia índole sexual, han contribuido a devaluar hasta lo inapreciable la cualidad intelectual o artística de este género. Pero ¿qué pasaría si comenzáramos a asociar el sexo explícito con concepciones narrativas de alto rango literario?”
De esta premisa parte el origen de pedir a trece reconocidos autores de género negro trece relatos criminales de alto voltaje sexual. Sexo explícito, ojo. Nada de sexo velado, sugerido, perfumado u ocultado tras el biombo. Y es que, como bien decía Woody Allen, el sexo solo es sucio cuando se hace bien.
Tiene algo de morboso y de perverso acostarse por la noche con un libro como “Obscena. Trece relatos pornocriminales” entre las manos, abrir sus páginas y sumergirse en las historias inventadas por autores como Carlos Salem, Carlos Zanón, David Llorente, Empar Fernández, Fernando Marías, Guillermo Orsi, José Carlos Somoza, Juan Ramón Biedma, Manuel Barea, Marcelo Luján, Marta Robles, Montero Glez o Susana Hernández.
Un libro muy apropiado para esta época del año, el otoño. Vuelve el frío, los colores se amustian, la vida se retrae y la oscuridad ocupa muchas horas del día. ¿Qué mejor, para estos meses oscuros y monocrómicos, que darse el gustazo de disfrutar del tórrido calor que emana de estas trece historias pornocriminales?
Las hay para todos los gustos y perversiones. Desde el fetichismo por un determinado modelo de zapato al amor imposible entre personas de diferentes edades y condiciones. Relatos que invitan a volver al bar de Lola o a descubrir el sexo del futuro, entre humanos y robots. A cobrarse viejas deudas pendientes y a saborear dulces venganzas.
¿Qué tienen en común, estos trece relatos, más allá del sexo y el crimen? Su calidad. El alto rango literario al que apuntaba la declaración de intenciones anteriormente señalada. “Obscena” es la prueba palpable de que el sexo y el crimen maridan estupendamente y encajan a la perfección.
Una apuesta valiente y arriesgada que nos permite adentrarnos en territorios poco transitados en su obra por algunos de los autores participantes en “Obscena” y abundar en la faceta más canalla de otros, para los que el sexo sí es frecuentado por sus personajes.
Una apuesta excitante que viene a reivindicar la vertiente más húmeda, erótica y festiva de una literatura Noir para para la que ningún tema debe ser ajeno. Sobre todo si ese tema es el sexo.
“Obscena. Trece relatos pornocriminales” es un puñetazo en el rostro de la mojigatería y de lo políticamente correcto. Un grito de libertad temática y estilística que anima a los autores a lubrificar su prosa y recuerda a los lectores que la buena literatura, negra o de cualquier color, ha de estar viva, ser visceral, rezumar humores y provocar sensaciones. Lo demás, es mecanografía.
Jesús Lens