A nuestros responsables municipales no les gusta la comparación con Málaga. La detestan, de hecho. Al mirarse en el espejo de nuestra provincia vecina, Granada se ve pobre, fea, andrajosa y empequeñecida. Y eso les duele. Sobre todo porque en el despegue sideral de Málaga tiene mucho que ver la cerrada unión política, social e institucional en torno a un proyecto de ciudad de amplio alcance y largo recorrido.
En Málaga, por ejemplo, no se habrían cuestionado la estación de Moneo y el soterramiento del AVE. ¿Vieron las imágenes de ayer, con la gente haciendo cola en mitad de la calle, al no entrar en la estación de nuestro flamante AVE de mediana velocidad? Es otro de los regalos envenenados que tenemos que agradecerle al consistorio liderado por José Torres Hurtado, el alcalde que nos hurtó una nueva y moderna estación y nos dejó una del siglo XIX, remodelada, en connivencia con el también popular Rafael Catalá, ministro de Fomento.
Estos días, sin embargo, nuestros concejales tienen un motivo para mirar a Málaga con auténtica e indisimulada envidia: tanto su alcalde como sus concejales han acordado subirse el sueldo un 20% para compensar lo mucho que han perdido durante la crisis. Y lo han hecho por unanimidad: PSOE, PP, Cs y Adelante Andalucía han aparcado sus diferencias ideológicas, sus líneas rojas y cordones sanitarios y han demostrado que, cuando mandan el taco y la cartera, la vieja y la nueva política se dan la mano.
Una propuesta: dado que las negociaciones para constituir el gobierno municipal de Granada están muy enconadas, ¿qué les parecería a ustedes que nuestros concejales empezaran por negociar un aumento de sus emolumentos? Pongamos un 25%. A buen seguro que esa negociación les iba a resultar grata, fácil y sencilla. A partir de ahí, con la carrerilla cogida, fijo que el resto de acuerdos no tardarían en llegar… Lo sé, lo sé. Debo arreglar el aire acondicionado de mi despacho, que esto de escribir a mediodía y en plena ola de calor, no me sienta nada bien.
Jesús Lens