Vino Susana Díaz a Granada y lo dio todo en un desayuno de IDEAL convertido en un un sugestivo adelanto del Black Friday, con un puñado de ofertas imposibles de rechazar.
La presidenta exigió la reconexión ferroviaria y la llegada del AVE, soterrado y con la variante de Loja. Y prometió que ahí estará ella –la Junta- poniendo su parte de la financiación. Reiteró el cumplimiento de los plazos para la desfusión hospitalaria, habló de una nueva línea de Metro, del PTS, del puerto de Motril y del corredor mediterráneo. Y dio su apoyo a la candidatura para Granada 2031 como capital cultural.
De lo único que no la escuché hablar fue del acelerador de partículas, antes de abordar la cuestión de la financiación autonómica que consumió buena parte de su intervención. Un tema abstruso y complejo en el que me pierdo con facilidad. Un dato a resaltar: Andalucía recibe 818 euros menos por habitante que las comunidades mejor financiadas. Y eso, desde luego, duele.
Cuando se habla de nacionalismos, pensamos en banderas, himnos, esteladas, butifarras, aizkolaris, muñeiras, cocidos, sevillanas o castellets; pero cometemos un error de bulto si nos olvidamos de lo primero y más importante: la pasta. El parné. El dinero.
Es mucho más emocional apelar a lo folklórico que al modelo de financiación y sus estadísticas, sus tablas, sus tramos, su fiscalidad y demás sesudas cuestiones. Esas que, cuando tratamos de abrirnos paso entre sus procelosas aguas, amenazan con ahogarnos, como ocurrió ayer en el desayuno patrocinado por Bankia.
Prometo hacer propósito de enmienda y estar muy atento, los próximos meses, a la cuestión de la financiación regional, que el baile de miles de millones de euros desgranado por Susana Díaz me provocó mareos y escalofríos.
Si las cifras dadas por la presidenta de la Junta son las que son, deberíamos tener para soterrar el AVE, construir la estación de Moneo, convertir la variante de Loja en una ruta de interés turístico, subir a Sierra Nevada en teleférico y… ¡basta! Que esto empieza a parecerse demasiado al cuento de la lechera.
Me quedó la sensación, escuchando a Susana Díaz, de que estamos en un momento decisivo de nuestra historia. Ya veremos si se traduce en resultados palpables y tangibles o si se queda en una mera ensoñación, una versión posmoderna de las mil y una noches de Sherezade.
Jesús Lens