Me hubiera gustado sumarme hoy domingo a la marcha conmemorativa de La Desbandá, para hacer la etapa que transcurre entre Almuñécar y Salobreña. Lo tenía apuntado en la agenda desde que Paco Pepe, ese tipazo, me recordara que estos días se celebran los actos conmemorativos de uno de los episodios más crueles y sangrientos de la Guerra Civil, si es que puede haber gradación en el horror.
Me hubiera gustado sumarme a la marcha y, al llegar a Salobreña, saludar a tantos buenos amigos de la que considero mi segunda casa, refugio en la tormenta, puerto franco para la vida nómada. Pero estoy roto. Reventado. Aniquilado.
Tras el Gravite, que terminó el domingo pasado, han llegado días de vértigo en los que ponerme al día con mil y un temas aplazados. Mucha calle, mucha barra, mucha conversación, mucha suela quemada y mucho libro consultado, que tuvimos sesión de nuestro vivaracho club de lectura y el excitante taller de literatura de viajes. Y el concierto de Lagartija Nick. Y he acabado para el arrastre.
Lo que no deja de ser una exageración, por supuesto. Y un eufemismo poco afortunado, la verdad. Porque rotas, muertas, aniquiladas y para el arrastre quedaron las miles de personas a quienes dispararon y bombardearon durante la Desbandá. Entre 3000 y 5000 civiles se calcula que murieron aquellos días de febrero de 1937, después de la caída de Málaga en manos de los sublevados franquistas.
De Málaga, que contaba con un movimiento obrero muy activo, partieron con lo puesto decenas de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos; caminando por la carretera de la costa, camino de Almería. Durante la travesía, un auténtico éxodo, sus protagonistas fueron bombardeados por tierra, mar y aire, con la aviación franquista atacando desde el cielo y tres buques, ‘Canarias’, ‘Baleares’ y ‘Almirante Cervera’, cañoneando desde el Mediterráneo.
Me gustaría ver la exposición de la Biblioteca de Salobreña, ‘1936. Esperanza, conspiración y muerte… en la retaguardia’ y, por la tarde, asistir a la representación teatral de ‘La Llanura’, drama histórico de José Martín Recuerda. Pero no doy más de mí y el cuerpo me pide tregua. Queda en el debe y me lo apunto para el año que viene.
Jesús Lens