Es un tópico decir que dedicar un día concreto del año a alguna causa no sirve de nada. Pero no es verdad. Porque hoy es el Día de África y aquí estoy yo, por ejemplo, recordando que nuestro continente más cercano también existe. Como Teruel.
Efectivamente, cualquier día hubiese sido bueno para hablar de África. No era necesario esperar a hoy miércoles para recordar los muchos problemas, bondades e ilusiones del continente más vapuleado por la mala fortuna. Podríamos haberla invocado ayer martes. O mañana jueves. Pero seguramente no lo haremos.
Así las cosas, bienvenido sea este 25 de mayo en que se conmemora el aniversario de la fundación de la Organización de la Unidad Africana y que nos sirve de recordatorio de la existencia de un continente que, geográficamente hablando, solo está a 14 kilómetros de Andalucía, pero que humana y emocionalmente, se encuentra a varios años luz.
Menos mal que en Granada hay personas como Gustavo Gómez y Jara e instituciones empeñadas en que se hable de África, aunque sea para bien. Porque ayer, en la Biblioteca de Andalucía, hubo un amplio y variado programa de actividades que sirvió para poner encima de la mesa diferentes cuestiones que afectan al continente africano: exposiciones sobre Rincones de África en Granada, una conferencia sobre los avances y desafíos del continente negro y otra para mostrar sus realidades contemporáneas. Hubo presentaciones de proyectos de cooperación y un cine-fórum que sirvió para reflexionar sobre las relaciones entre ambas orillas del Mediterráneo.
En esta intensa jornada de trabajo sobre África participó, por cierto, Guillermo Quero. ¡Cómo se agradece que un delegado de cultura esté, también, en esas cosas, tan chiquitas, tan importantes!
La sesión de la tarde nos trajo a Federico Olvieri, uno de los coordinadores del Festival de Cine Africano de Tarifa y Tánger, que ya arranca su XIII edición. O, rompiendo tópicos, la disertación de Esther Massó sobre “Cosmopolitismo y Hospitalidad en África”. Y es que este tipo de jornadas sirve para conocer otros puntos de vista. Como los que mostraba el documental con las historias de esos senegaleses que han estado aquí y han vuelto allí, hablando con absoluto conocimiento de causa, pues.
Me quedo con la reflexión final de Mamadou, de La Voz de África, deseándonos que nos fuéramos con dudas, síntoma inequívoco de haber aprendido.
Jesús Lens