¿Cómo dicen que, al final, el 5 a las 5 no acogió ningún acto simbólico en relación a la llegada del Legado de Lorca al Centro que lleva su nombre? ¡Por supuesto que lo hubo! Y bien claro, expresivo y rotundo: la nada. Esa nada tan elocuente. Esa nada tan ilustrativa. Esa nada que tanto, tantísimo quiere decir y de la que hablo hoy en IDEAL.
Llegó el 5. Y llegaron las 5. Y dieron las 6 y las 7. Y las 8 y las 9 y las 10. Pasaron las horas y pasó el día. Y nada. Cierto es que Facebook se llenó de maravillosos poemas de Lorca, con los muros de nuestros representantes públicos exudando poesía. Pero de lo otro, del Legado de Lorca, nada.
Bueno sí. Una carta. De Laura. García Lorca. Que no pudo bajar dado que cuestiones de trabajo la retenían en Madrid. Se entiende que ese trabajo estará relacionado con el Legado. Y con su custodia y defensa. ¿O tendrá más que ver con facturas, cuentas y auditorías?
Una de las primeras actuaciones de Francisco Cuenca cuando accedió a la alcaldía fue ir a Madrid y fotografiarse con Laura García Lorca, haciendo suyo el reto que traer a Granada el famoso Legado depositado en la Residencia de Estudiantes. Más de un año después, nada. Lo que no tendría importancia, esperar unos meses más, si no fuera porque todo lo que envuelve a este tinglado sigue siendo oscuro, opaco y en absoluto transparente. De ello he hablado en otros artículos de IDEAL, como éste.
Que, en el mes de abril, la Fundación Lorca entregara 20 cajas con cientos de facturas desordenadas a la Junta de Andalucía para justificar 27,8 millones de euros y que, unas semanas después, ya se hayan dado por buenas unas cuentas más enrevesadas que el pelo de un rastafari, solo puede obedecer a dos razones: o esas facturas han caído en las manos más diligentes y en las cabezas numéricamente más preclaras de la historia de la función pública andaluza o esto, nuevamente, no hay quien se lo trague.
Está muy bien que ardamos por tener, de una vez, el Legado de Lorca en Granada. Pero para ello no valen atajos ni componendas. Ni deberían valer chantajes o presiones basados en las urgencias. Ya ha pasado otro 5 a las 5. Ya no hay prisas simbólicas. De momento, lo que hay es una mezcla de dudas, sospechas… y la nada.
Jesús Lens