¿Les llamamos “sorpresa” y “estupefacción” a los efectos provocados por el recule del Supremo en el tema de los impuestos y las hipotecas, debido a “la repercusión económica y social” generada por su histórica -e histérica- sentencia?
En el fondo del sainete subyace una cuestión jurisprudencial y unas importantes diferencias de criterio entre distintas Salas del propio Tribunal Supremo, con la Sala de lo Civil contradiciendo a la Sala de lo Contencioso-Administrativo. Sin embargo, lo que quedará en el imaginario colectivo es que la Banca siempre gana. La Banca como poder omnímodo, capaz de obligar a desdecirse al mismísimo Tribunal Supremo.
Finalmente será el Pleno de la Sala el que decida, el día 5 de noviembre, pero el daño ya está hecho: sea cual sea su decisión, la interpretación popular trascenderá los límites de los argumentos jurídicos, con la desafección y la pérdida de confianza en las instituciones básicas del Estado elevando notablemente su temperatura.
El Tribunal Supremo, además de contradecirse a sí mismo, generó un caos mayúsculo con el tema de la retroactividad o no de su sentencia y provocó un frenesí y un no parar continuo, con webs más o menos serias creando simuladores para calcular a cuánto ascendía lo que los clientes podrían exigirle a su entidad financiera.
¡Cuántos planes para viajar en las próximas vacaciones se hicieron! ¡Cuántas nuevas Smart TV se decidieron comprar! ¡La de inminentes arreglos en el cuarto de los niños que se trazaron sobre el papel!
Ahora que todo ello es papel mojado, ¿qué tal si fantaseamos -e ironizamos- con otras decisiones judiciales susceptibles de ser revertidas “por su repercusión económica y social”? Habría que empezar por la del Caso Nevada, ese pleito defendido por la Junta de Andalucía de una forma tan austera que sus letrados ni siquiera comparecieron. Un pandemónium por el que se nos condenó a los andaluces a pagar 165 millones de euros. Más intereses.
O el Ayuntamiento de Granada, hundido y arruinado… ¡que no le pague a la Rober todo lo que va perdiendo en los juzgados y compre más autobuses para reforzar la exánime línea 4!
Jesús Lens