Estas últimas noches me he despertado sobresaltado y nervioso, como si me faltara el aire. Lo achacaba a la tensión propia de la organización del festival Gravite, que ya está en plena ebullición y que hoy proyecta un clásico de ciencia ficción trufado de noir en el Teatro CajaGranada: “Doce monos”, de la que ya les hablé hace unas semanas. (Leer AQUÍ)
Pero la culpa de mi desasosiego no la tenía Gravite. Al menos, no directamente. El culpable era cierto Monstruo que, al apagar la luz después de leer, se me abrazaba al cuello y se quedaba allí prendido, a modo de lapa, toda la noche.
El Monstruo, con mayúsculas, ha sido invocado por otro monstruo, en este caso, un monstruo de nuestra literatura: Félix J. Palma, que acaba de publicar en la editorial Destino su novela más reciente, no por casualidad ni inocentemente titulada… “El abrazo del monstruo”.
“Porque nada sucede solo, en el mismo momento en que su hija era secuestrada, Diego apuraba su tercera copa de vino de la noche”. Así comienza un novelón, en todos los sentidos de la expresión, de 730 adictivas páginas. Aunque, en realidad, “El abrazo del monstruo” empieza una página antes, con una cita de Stephen King, otra no-casualidad que funciona a modo de declaración de principios: “Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan”.
Félix J. Palma ha escrito un thriller. Una novela negra de libro. Canónica. Una novela que cuenta la historia de un rapto. Porque la hija de un exitoso escritor que está en horas bajas, ha sido secuestrada. La policía comienza la investigación. Pero todo se complica cuando el secuestrador, en vez de pedir dinero a modo de rescate, exige a Diego que supere tres retos si quiere recuperar a su hija.
¿Por qué resulta tan singular, pero extrañamente premonitoria, dicha petición? Porque ese macabro y cruel juego es el que se encontraba en la raíz de la novela más exitosa de Diego Arce, la novela que le hizo rico y famoso, la novela cuyo éxito jamás volvió a reeditar. Una novela de terror gótico que transcurre en la Barcelona de Gaudí. Una novela en la que un siniestro personaje, conocido como el Monstruo, secuestraba niñas y exigía que sus padres superaran tres macabros retos si querían volver a verlas.
A partir de este planteamiento, con el que no les descubro nada dado que todo ello se cuenta al comienzo del libro -ya han visto ustedes que Félix J. Palma es un maestro a la hora de noquear al lector con apenas un par de frases- el autor nos presenta un artefacto literario cuyo mecanismo de precisión funciona como las muñecas rusas, con historias dentro de otras historias que nacen de historias aún más profundas.
Así, la referencia a Stephen King no es casual ni gratuita. Porque hay historias de y con niños que dan mucho miedo. Y fantasmas. De los que llevamos dentro. De los que nos atormentan y exigen un peaje para dejarnos vivir.
Una trama en la que la ciudad de Barcelona funciona en dos espacios temporales diferentes, pero conectados por un mismo personaje, lo que convierte a “El abrazo del monstruo” en una novela perfecta para el festival Gravite. Por eso, Félix J. Palma estará en el Cubo de Bankia mañana viernes por la tarde, hablando tanto de este libro como de su soberbia trilogía victoriana con el viaje en el tiempo como protagonista. Y el sábado, homenaje a Frankenstein en el Alhambra Palace, con Cristina Higueras y Fernando Marías, del que hablábamos AQUÍ.
Más cuestiones planteadas por el autor: una acerada crítica a un mercado editorial que exige a los autores de éxito que repitan la misma fórmula, una y otra vez, como si en vez de escribir libros, hicieran natillas. Un mercado que no asume riesgos y que, por tanto, resulta mortalmente aburrido y previsible.
Y otro de los temas capitales de la novela de Félix: el poder creador de la literatura. Su capacidad para invocar criaturas. La fuerza y el impacto de la fabulación. El misterio de la imaginación. La posibilidad de que el sueño de la literatura produzca monstruos. “Todos creen en el Monstruo… Todos creen que existe… Y por eso, ahora es real”.
Félix J. Palma también obliga al lector a enfrentarse a los límites de la creatividad. Como señala Diego Arce en un momento dado, hablando sobre un taller de escritura creativa que impartió cuando era joven: “los verdaderos artistas no son aquellos que “hacen” arte durante sus vidas, sino aquellos que toman su propia como una obra de arte”. Todo un desafío, ¿verdad?
“El abrazo del monstruo” es una magnífica novela de género en la que prima lo literario por encima de cualquier otra consideración. Y es que, como le dice Diego a su editor: “Las palabras tienen poder. No se pueden usar a la ligera. La palabra es la fuerza soberana del universo”.
Jesús Lens