Acción de Gracias

De todas las paridas que se podían importar de la cultura anglosajona, la del Black Friday es, posiblemente, la más ridícula de todas… pero si sirve para que se mueva la economía y los comercios hagan caja, bienvenida sea.

Digo parida porque en España no hay nada que justifique su implantación, que el Black Friday está directamente vinculado a la celebración del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos, una de las pocas fechas en las que las familias norteamericanas se reúnen masivamente.

 

Se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre y, al día siguiente, la gente se tira en manada a las tiendas, sin que esté claro si es porque la familia que compra unida permanece siempre unida o porque, tras una cena con suegros y cuñados, hasta salir de tiendas parece un plan aceptable.

No sé ustedes, pero esta noche, yo no he quedado para cenar pavo con mi hermano. Y, sin embargo, es bonito eso de la acción de gracias, más allá de que sea una festividad religiosa con origen en la reforma protestante.

 

Originalmente, las gracias se daban por las buenas cosechas y, de forma extensiva, por todas las cosas buenas deparadas por a lo largo del año por la providencia. Festividad que, dicho sea de paso, forma parte de la mayoría de culturas de todos los tiempos, aunque reciba otros nombres.

 

Yo soy de poco creer en la providencia, pero sí creo que está bien, de vez en cuando, pararnos a pensar en todo lo que tenemos, para valorarlo en su justa medida. Y es que, por mucho que algunos se empeñen en decir que todo es una puñetera mierda y que las cosas van de mal en peor, eso no es cierto.

 

Que tampoco estamos para grandes celebraciones, es cierto. Y, por supuesto, hay muchas cosas que mejorar. ¡Claro que sí! Pero España, Andalucía y Granada no son el infierno en la tierra que denuncian según qué agoreros, cenizos y pesimistas recalcitrantes para los que cuanto peor, mejor.

Sin necesidad de ponernos trágicos y trascendentales, salgan hoy a la calle a dar una vuelta, tratando de disfrutar de lo mucho y bueno que, entre todos, vamos construyendo, día a día. Y, por una horas, mostrémonos agradecidos, contentos y dichosos… aunque esta noche no nos espere un suculento pavo asado con patatas, en la mesa.

 

Jesús Lens

Hoy es Viernes Negro

¿Qué tal fue la Cena de Acción de Gracias? ¿Con quiénes la pasaron? ¿Y el pavo? ¿Les salió bueno? Porque si hoy es el Black Friday, ayer fue Acción de Gracias. Y fue festivo. Y toda la familia hizo lo posible y lo hasta lo imposible por juntarse al calor del asado. De ahí que hoy viernes vayamos a salir todos de compras, juntos como hermanos. Porque, ya se sabe: la familia que funde la VISA unida, permanece unida.

Pavo

¿Cómo? ¿Que no celebró usted Acción de Gracias? ¿Que ayer no fue festivo? ¿Y que su familia está tan lejos -o tan cerca- como siempre? Pero, entonces… no irá usted a salir de Black Friday, ¿verdad?

¡Ah, vale! Que no. Que no va a usted a comprar nada… porque ya se hartó de comprar ayer. Y antes de ayer. Porque aquí llevamos disfrutando del Black Friday desde hace… ¿cuánto tiempo? ¿Y cuánto tiempo le queda a la broma?

Black Friday

Porque no me digan ustedes que no es de cachondeo cómo hemos abrazado, en España, el Viernes Negro. En dos o tres años le hemos cogido tanto cariño y aprecio que ya dura una semana. Larga. Y no es descartable que el año que viene lo hagamos arrancar con el fin de Halloween, alargándolo hasta el día del sorteo de la Lotería de Navidad en que, como el Gordo está tan repartido, todos terminamos por pillar un pellizco. O no. Pero con hacernos un Carmina y montar un fiestón a cuenta del décimo del año anterior, todos contentos.

Hoy viernes voy a darme una vuelta por las calles de Granada, a ver cómo llevan las tiendas de toda la vida lo del Black Friday. Que menuda semanita para el comercio tradicional, entre la apertura del Nevada y las megaofertas negras de las franquicias, grandes almacenes y e-commerce.

Black Books

El gran reto del comercio tradicional es captar nuevos clientes, además de mantener a los de siempre, a través del exhaustivo conocimiento de los gustos de cada uno de ellos, además de estar obligados a brindarles un trato exquisito, familiar, agradable… pero no invasivo.

Una mezcla de detective privado y relaciones públicas que se anticipe a los gustos de cada cliente, de forma que visitar una tienda se convierta en algo placentero, divertido y agradable; alejado de la masificación provocada por supuestos chollos y ofertones.

Jesús Lens

1 Twitter Lens