Cuando despertamos, Málaga seguía ahí. Tan cerca, tan lejos… En todos los sentidos. Hace un par de semanas les contaba que me había ido a la capital vecina a hacer un poco de turismo cultural y terminaba mi artículo diciendo que Málaga es un ejemplo a seguir, debiendo dejar a un lado (in)sanas envidias y provincianas rivalidades empobrecedoras. Y sobre este tema, aunque en clave diferente, escribo hoy en el IDEAL del domingo.
La presentación de Andalusia Soul en un campo de golf malagueño tras su puesta de largo en la Alhambra de Granada, (de la que hablé aquí) parecía acercarnos a la Costa del Sol un poquito más y, por momentos, hemos tenido la sensación de que nacía una preciosa Love Story entre el regidor pepero de Málaga, Francisco de la Torre y nuestro alcalde socialista, Paco Cuenca.
Pero el idilio ha resultado ser un fugaz amor de verano: a la propuesta de Cuenca de que Granada y Málaga compartan la Agencia del Medicamento tras el Brexit, el regidor malacitano le ha dado calabazas y ha dicho que nones, que tampoco hay que pasarse, que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Que esto empieza a ir demasiado deprisa y que la relación no ha madurado hasta ese punto.
Además, y alarmado por este arrebatado amour fou nacido al calor del torbellino del Eje andaluz, un tercer Paco ha terciado en el affaire de forma abrupta: el concejal de IU en el consistorio granadino, Paco Puentedura, ha recordado a Cuenca que se debe a Granada y que nuestra ciudad no puede ser subsidiaria de Málaga.
Esta relación entre las dos provincias me recuerda al personaje de Robert Mitchum en una obra maestra incontestable del cine negro, “La noche del cazador”, cuando aparecía en pantalla con las palabras LOVE y HATE tatuadas en sus nudillos. Amor y Odio, enfrentados en una lucha perenne a lo largo de la historia.
Hace ya varios meses, cuando Torres Hurtado tuvo la ocurrencia de “hacer nuestro” al aeropuerto de Málaga, le dijimos de todo menos bonico. Que lo que tenía que hacer era traer más conexiones al aeródromo granadino y dejarse de inventos picassianos. ¿Fuimos injustos?
Parecía que el buen rollito del Andalusia Soul podía servir para limar asperezas, tender puentes y generar nuevas sinergias interprovinciales. Ojalá que el Brexit y la pelea por sus despojos no sean la excusa para enzarzarnos en una disputa entre Pacos.
Jesús Lens